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jueves, 27 de marzo de 2008

Garavito, Edgar, "De la cultura global a la cultura diferencial

Edgar Garavito
De la cultura global a la cultura diferencial
En Revista Educación y Cultura
Centro de Estudios e Investigaciones Docentes
De la Federación Colombiana de Educadores,
No. 21, pp. 50-55
Jairo Restrepo G.
7-08-07

El texto de Garavito trata de responder a cuatro preguntas formuladas por sus estudiantes. Preguntas que tienen que ver con: 1) la universidad y su papel en la sociedad contemporánea; 2) la investigación como la elaboración de pensamiento emanada históricamente del medio universitario; 3) la docencia o transmisión de conocimiento y 4) la crítica o discurso que intenta vincular a la investigación y a la docencia en el sentido de un pensamiento y unos valores universales.
Para hacer una aproximación a las cuatro preguntas, primero, en un aparte introductoria, explica cómo los cuatro temas tuvieron una vinculación estrecha en la modernidad, con el fin de seguir los valores de “civilización universal” (modelo humboltiano de universidad según Jean-Francois Lyotard), “en el cual cada ciencia ocupaba su lugar pero el conjunto de la ciencia estaba coronado por un sistema especulativo a la cabeza del cual se hallaban los filósofos”. Lo anterior permitió, en el seno de la universidad, mantener el optimismo de un progreso tecnológico irreversible; igualmente se creyó que la historia tenía sentido y un final, la posibilidad de alcanzar un futuro de libertad, desarrollo, igualdad y supresión de la ignorancia; y, finalmente, el control (procedente del cartesianismo) de lo real desde la racionalidad. De igual modo. Con Kant, el tiempo y el espacio fueron formas universales comunes al conjunto de la civilización.
Dado lo anterior, la universidad fue concebida bajo los parámetros de tiempo y espacio universales, donde la investigación tendía hacia el desarrollo del conocimiento, en conjunto con una labor docente encaminada hacia la supresión de la ignorancia, junto con la labor crítica que buscaba la corrección de las desviaciones “respecto al proyecto de la ‘emancipación de la humanidad’”.
Tal proyecto, señalado arriba, entró en crisis desde 1945 con:
1) Destitución de la universalidad; 2 el “cierre” de la investigación; 3) la imposibilidad de la crítica, y 4) la “desteatralización” de la docencia.

Destitución de la universalidad
Hoy el tiempo se ha separado del espacio, no hay esa unidad inaugurada por Kant. “El tiempo era para Kant la condición de la atribución del ‘pienso’ a la existencia”. De esto se desprende que había un tiempo único, lineal sin dejar de estar “poblado de contradicciones, rupturas, superaciones y síntesis; que, sin embargo, generaba sistemas filosóficos totalizadores”. Hoy, al contrario, vivimos tiempos múltiples, interiores, una pluralización de paradigmas de racionalidad, que generan conceptualizaciones singulares; los acontecimientos son aleatorios y no se enmarcan en leyes; no hay nada que legitime todos los saberes.
Respecto a lo anterior, es decir en relación con la dispersión, se puede pensar que es una crisis pasajera, como lo creen algunos, que es algo así como un irracionalismo de moda, que pronto retornaremos a la racionalidad clásica donde se le restituya los derechos al sujeto universal. Igualmente otros piensan que lo que hay es una filosofía múltiple de los acontecimientos y de los márgenes. Tal vez las dos lleven razón en cierto sentido, sin embargo, lo claro es que no hay un retorno al pasado, dado que el tiempo apunta en una dirección y los acontecimientos allí son únicos y, por otro lado, se requiere de reglas de juego mínimas con las cuales jugar la pluralidad de los sentidos.
En la modernidad la noción de espacio se llenó de lo público, constituido por un consenso universal, referido a los mismos valores, luchas y esperanzas. En cambio, hoy, el espacio, según Baudrillard, ha cedido el lugar a los espacios publicitarios, al manejo de la seducción. Espacios diversos, espacios moleculares como los piensa Deleuze.
Si la noción de espacio y tiempo cambian, cambia igualmente la realidad, pues esta pasa de ser representada en la modernidad a ser pensada como fragmentada. Ya no hay una noción universal de “realidad” porque ha sido substituida por el lenguaje, los simulacros, por construcciones breves, parciales.
Vemos cómo los discursos que legitimaron la modernidad hoy son insuficientes para explicar la nueva imagen del pensamiento. En consecuencia, la universidad como expresión de la modernidad está en crisis. Se requiere una nueva universidad.

“Cierre” de la investigación
Estamos en el lugar donde los lenguajes se implican a sí mismos (Foucault). La literatura, entonces, crea un lenguaje “en donde se construye simultáneamente lo que se dice y el modo de ser de lo que se dice”. Antiguamente, significante y significado estaban unidos y referían un lenguaje común. Hoy, no es así, se viven múltiples pliegues del habla, “como lenguajes que enuncian en sus enunciados la lengua en que se enuncia”. Los discursos son cerrados en sí mismos. Esto pasa también en la investigación. La investigación no se fundamenta en la narración más o menos sistemática tratando de legitimar una realidad. Todo lo contrario, investigar es proferir lo real fragmentario sin pretensión de universalidad. No hay un discurso legitimador. Ahora bien, no se quiere decir que la investigación desaparece “sino que se abre a universos discursivos diferenciales, lenguas productoras de múltiples reales y que pueden ser descifradas únicamente en su propia interioridad”.

Imposibilidad de la crítica
Si los significados, los enunciados, los objetos y los conceptos se han cerrado en un específico modo de ser, en una lengua que vale en sí misma, es difícil un discurso universal de legitimación; de modo que lo que deviene en una transdiscursividad; lo que importa aquí es la diferencia, el diferendo, el desacuerdo diferido no sobre algo sino en la construcción de los objetos, los enunciados, etc. Ya no, pues, la verdad, sino las verdades (decir-verdad), pues no hay un lenguaje común ni un común universo representativo que nos permita ver lo falso o lo verdadero.

“Desteatralización” de la docencia
La función del profesor en la modernidad se encaminaba a la labor de repetir, de copiar frente a sus estudiantes “el modelo de la invención producida en una investigación exterior a la docencia”. Se daba un teatro de la representación, tanto del estudiante como del profesor. Hoy, ya no se enseña lo que se investiga en la universidad o por fuera de ella. La investigación, para el profesor, no es totalizante sino parcial, fragmentaria; abandona toda pretensión de universalidad. Cuando se investiga se hace en conjunto, se reúne un grupo de colaboradores que permite un intercambio de materiales, de información con saberes de márgenes y en niveles aleatorios, provisionales.
Se da, pues, un saber libre y lo que se entiende está dado a partir de lo fragmentario que se realiza en un repliegue autónomo del habla. “El principio de un metalenguaje universal” es reemplazado por la pluralidad de “sistemas formales axiomáticos” (Lyotrad).
Cada disciplina, cada ciencia disciplinar tiene su manera “de crear objetos, articular sus proposiciones, producir sus conceptos y trazar sus estrategias teóricas e investigativas, dicho de otra manera, cronotopías de cada discurso.
El saber entonces se construye a partir de la vinculación de escrituras a devenires otros. Se deviene antropólogo, sociólogo, filósofo, etc. No se apuntala una teoría, un lenguaje universal sino que se deviene en conocimiento. Proliferación de márgenes donde el científico se torna libre.

Investigación y docencia
Garavito piensa que la docencia debe desarrollarse desde la investigación, investigaciones siempre parciales, fragmentarias, nunca desde una totalidad. La docencia como el lugar desde donde se hace algo, no se aprende algo; lugar donde se intercambian ideas, puntos de vista, etc. Lugar donde se afirma la libertad discursiva con relación a los temas.
La docencia no debe buscar receptores (estudiantes) pasivos como solía darse en la modernidad. Se busca más bien relación de vivencias, de producciones y de carencias, lejos del poder de instituciones ajenas a la universidad. Lo que se quiere, en últimas, es un bricolage investigativo.

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