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jueves, 27 de marzo de 2008

Barbero, J. M y Culturas urbanas

Jesús Martín Barbero
Culturas urbanas de fin de siglo: La mirada antropológica. (Internet)
Protocolo de lectura
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Jairo Restrepo Galeano

El autor argumenta que la antropología ha ampliado la mirada sobre las culturas objeto de investigación. Ahora no mira sólo grupos campesinos ni indígenas, no europeos y no occidentales. Su preocupación ahora recae también en sociedades más complejas: las urbanas y las formas de multiculturalidad dadas en la globalización. Esto implica entender que la antropología trabaja con lo micro y lo macrosocial y articula, al mismo tiempo, conocimientos cuantitativos como cualitativos.
Desde el siglo XIX la antropología enfocada en lo urbano ha tenido en cuenta los siguientes aspectos:
- cómo se realizan los contactos urbanos culturales en una situación colonial o las migraciones durante la industrialización,
- las condiciones de trabajo y de consumo y
- qué queda de las tradiciones bajo la expansión moderna.
En los años veinte, la Escuela de Chicago, constituyó a la sociedad como objeto específico de investigación para sociólogos y antropólogos. Una vez esto los estudios fueron mas de carácter episódico. Sólo en las tres últimas décadas del siglo XX lo urbano se ha convertido en un campo plenamente legítimo de investigación. Cuenta, para este desarrollo, la urbanización de la población en el mundo (migraciones campesinas, indígenas, etc.). Esto lleva a una construcción científica enfocada a migraciones y la marginalidad que estas migraciones producen.
Hay una cuestión a tener en cuenta y es la pregunta de qué tipo de antropología, si antropología en la ciudad o antropología de la ciudad. La ciudad como lugar de investigación o la ciudad como objeto de investigación.
Otro aspecto a tener en cuenta es la dificultad de abarcar en un sólo concepto lo urbano (la cultura). Lo urbano es múltiple, diverso. Difícil pensarlo en este caso, un fenómeno unificado. Para enfrentar la cuestión, lo adecuado es pensar que hay varios tipos de cultura dentro de la ciudad; en consecuencia el asunto debe enfocarse a que se debe tener en cuenta qué tipo de criterios se deben tener: social, organización espacial, etc.
Lo anterior lleva a la necesidad de ampliar los instrumentos conceptuales y metodológicos:
- heterogeneidad cultural
- segregación intercultural y social y la
- desurbanización.
En cuanto a la heterogeneidad o diversidad sociocultural, se necesita plantear qué se entiende por ciudad. La variedad histórica de las ciudades (industriales y administrativas, capitales políticas y ciudades de servicios, ciudades puertos y turísticas), y las ciudades que no se clasifican en las que acabamos de mencionar (monofuncionales), ciudades con muchas funciones y actividades o las ciudades que contienen otras ciudades. Igualmente ciudades multitemporales, de "heterogeneidad multitemporal en las que ocurren procesos de hibridación. Ciudades, en fin, donde se da el acercamiento entre lo moderno y lo arcaico.
Martín Barbero dice que la "antropología urbana está siendo decisiva para completar la liberación de los antropólogos de la sensación de pertenecer a un universo distinto de sus objetos de estudio". El antropólogo incluso como objeto del estudio, involucrado en el mismo campo de la sociedad que estudia, implicado en ello, conociendo cómo los mercados globales, aunque tiendan a homogeneizar las ciudades, la planificación macrosocial, la estandarización inmoviliaria y vial, el desarrollo unificado capitalista, entiende que a pesar de estos mecanismos de homogeneización, la diversidad se expande de una manera diferente tanto en lo periférico como en lo central.
Los nuevos procesos en las ciudades urbes parecen estar desurbanizando los espacios, los usos creativos de los espacios públicos cuando la inseguridad se acrecienta o los medios electrónicos de comunicación generan una cultura a domicilio, en la que los contactos cara a cara con los otros disminuyen.
En lo político, la democratización y participación de los ciudadanos se revierte en aprovechamiento de lo privado, que en cierta forma puede controlar la voracidad de los intereses privados inmoviliarios, industriales y turísticos; sobre todo cuando esta sociabilidad urbana llega a veces a autoritarismo represivos. Campos civiles donde toma fuerza la participación de organizaciones tipo ONGs.
Estas nuevas formas ciudadanas resurgen como escenarios estratégicos para el avance de nuevas formas de ciudadanía con referentes más "concretos". "Lo que escapa del ejercicio ciudadano en las decisiones supranacionales, pareciera recuperarse, en cierta medida, en las arenas locales vinculadas a los lugares de residencia, trabajo y consumo", escribe Barbero.
La redefinición de las ciudades.- En este caso la cuestión se centra en qué entender hoy por ciudades y cómo estudiarlas. Para encontrar respuesta se hace necesario abordarlas interdisciplinariamente.
En el pasado, para pensar la ciudad se partió de la ciudad como lo opuesto a lo rural. El campo fue conceptualizado como el lugar de las relaciones primarias, comunitarias, frente a la ciudad como el espacio de las relaciones asociadas de tipo secundario, donde hay una mayor argumentación en torno a los roles. Se pensaba la ciudad como núcleo donde ya no hay contactos intensos, personles, familiar, barrial. Esta distinción se queda en aspectos exteriores que no explican diferencias estructurales ni las coincidencias entre lo ciudadano y lo rural (grupos circulando por las calles con carretas) difíciles de comprender en los término de la simple oposición.
Se ha pensado igualmente la ciudad en contraste con lo rural, basado en criterios geográfico-espaciales. Entonces se habla de la ciudad densa, extensa de individuos heterogéneos, pero que no da cuenta de los procesos históricos y sociales.
Las megalópolis.- En este caso, la antropología debe valerse de otros criterios para estudiarlas. En estas megalópolis las redes de comunicación masiva son el fundamento. Aquí se multiplican los enlaces mediáticos. Barbero hace uso del término de Manuel Castell de "espacios de flujos", usos de territorios que dependen de la circulación de capitales, imágenes, informaciones estratégicas y programas tecnológicos. Cada territorio dentro de estas megalópolis afirman sus identidades. Martín Barbero prefiere hablar más de sistemas de flujos que involucran a la gente y los territorios que se conectan.
En estos territorios se da un carácter dual entre lo urbano-espacial con lo comunicacional, en dos sentidos: uno, la relación con los sistemas informacionales y su "impacto en las relaciones capital-trabajo"; dos, conexión con los nuevos diagramas y usos socioculturales urbanos generados por las industrias comunicacionales.
El autor entra ahora a la cuestión del método y el objeto para encontrar lo específico de la antropología en las nuevas urbes que la diferencia de disciplinas como la sociología, el urbanismo y la semiótica. Algunos autores sostienen que la especificidad en la obtención de los datos mediante el contacto directo con grupos pequeños, y esto es verdad; la observación de campo y la entrevista etnográfica siguen siendo recursos específicos de la antropología. Sólo que el penetrar en terrenos complejos como el de las urbes la antropología debe valerse de los mismos mecanismos pero ampliando su radio de acción tanto espacial como temporal. La sociología, a través de cuadros estadísticos, grandes mapas de las estructuras de comportamientos urbanos, se diferencian frente a la antropología en el sentido de que ésta se enfoca más en lo cualitativo lo que permite lecturas densas de las interacciones sociales.
"Una posición distinta sitúa la diferencia antropológica no tanto en el objeto como el método. Mientras el sociólogo habla de la ciudad, el antropólogo deja hablar a la ciudad: sus observaciones minuciosas y entrevistas en profundidad, su modo de estar con la gente, buscan escuchar lo que la ciudad tiene que decir.
El inconveniente aquí es saber a ciencia cierta quién habla, ¿habla la persona? o ¿habla la familia, el grupo, etc.?
Martín Barbero, en últimas, lo que pide es que el trabajo antropológico en las urbes trascienda las comunidades locales y parciales, debe haber una redefinición de las ciudades y de sus lugares en las redes transnacionales. Pide que el antropólogo no se retraiga a la autonomía de los barrios, o de las "comunidades", lo que se necesita es que la ciudad hable en conjunto, que ilumine las nuevas modalidades de la multiculturalidad e interculturalidad que se generan en los intercambios migratorios, turísticos, de comunicación y consumo desterritorializados. Multiculturalidad constitutiva de las nuevas ciudades que habitamos.

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