Fragmentos de un pensar los medios y la ciudad
(4.570 palabras - 9
páginas)
Lic.
Jairo Restrepo Galeano
©
Antropólogo (Cartagena de
Indias, Colombia)
El tercero
entre dos términos
Normalmente los hechos
han sido interpretados con base en teorías, cuerpos conceptuales que dicen lo
que los hechos son, cuáles sus contenidos, cómo se organizan; esto implica un
universo cerrado, total, alrededor de esos hechos; como marcos de contenido
implican que necesariamente se excluya lo otro, lo que no corresponde a este
marco; estos otros hechos o realidades son tomados por otros y se totalizan
desde otra teoría. Casi siempre éste otro mundo conceptual es opuesto al
anterior. En consecuencia, pareciera haber una estructura profunda en la que
los términos opuestos, las dicotomías, fueran la regularidad, lo común. Esto
muestra un esquema de pensamiento del siguiente modo: Lo uno o lo otro.
Veamos los medios de
comunicación, la necesidad de comprender el objeto de estudio desde dicotomías
como: influencia o no influencia de los medios sobre la sociedad, si reflejan o
no reflejan la complejidad social, la autonomía o no autonomía de los mismos.
Cuando se habla de los
medios de comunicación como reflejo de la sociedad, uno pregunta qué es lo que
reflejan. Si reflejan algo, entonces los medios de comunicación son espejos,
mensajeros de la realidad. Aquí se argumenta que los verdaderos profesionales
de la comunicación, además de verificar la exactitud de lo que se informa, son
escrupulosamente imparciales en el modo en que contrapesan opiniones expuestas;
transmiten el mundo real tal como es. Limitan la influencia de las personas y
las experiencias subjetivas que condicionan la elaboración de las noticias. Se
alega aquí que los cánones del profesionalismo son suficientes para sostener la
idea de que los medios reflejan la realidad objetiva. Los medios que utilizan
los periodistas, las fuentes y los requerimientos organizativos, determinan la
noticia, de este modo éstas no son más que el resultado de procesos
organizativos e interacciones humanas.
La pregunta aquí es, ¿qué
tanto un equipo humano es representativo de lo público, si este equipo o un
miembro de este equipo pertenece a un grupo social de elite, con referencias muy
particulares? ¿Qué tan representativo puede ser un medio de comunicación de lo
popular, si hay una comercialización excesiva de los medios de difusión, donde
se desdibuja la diferencia entre noticia y espectáculo?
De otra parte, sabemos
que la información se selecciona y se presenta como noticias dentro de un
sistema de significados socialmente organizados. "Las noticias se
comunican a través de un sistema simbólico de la sociedad. Se inspiran en los
supuestos, en las imágenes y en las cadenas de asociaciones, que están
incrustadas dentro de la tradición cultural... Desde este punto de vista, las
noticias son el producto de la cultura de la sociedad y de la industria dentro
de las cuales se elaboran". Visto así, los medios no son sólo el reflejo
de la realidad pura e inmediata, sino más bien como unos exponentes sociales de
las actitudes y de los sentimientos. Según este criterio, los medios de
comunicación responden a los cambios propuestos por la sociedad.
Otros describen a los
medios como reflejo no de una cultura común y de una sociedad unificada, sino
de una pluralidad de grupos sociales y de la existencia de híbridos. Dentro de
este modo de conceptuar se esgrime que la competitividad dentro del sistema de
mercado obliga a los medios de difusión a responder a los deseos, las
necesidades y los puntos de vista de lo público. Los sondeos de audiencia
comercial o política están en constante alerta, para recoger el más mínimo
indicio de un cambio en las referencias del público. Así, el consumidor es
soberano.
Otro modo de razonar dice
que la audiencia no es simplemente un recipiente vacío a la espera de ser
llenado. Tiene sus propios valores, sus propias opiniones, sus propias
percepciones, formadas por una previa socialización. Incluso cuando las
personas no saben nada de los sucesos que informan los medios de difusión,
éstas tienen mapas simplificadores de significados (esquemas interpretativos)
que les permiten asimilar la información de un modo selectivo."
En otro orden de ideas,
se habla de los efectos de los medios de comunicación de masas sobre la
producción y el consumo cultural de los distintos grupos sociales, es decir,
los medios de comunicación moldean a la sociedad. Se piensa que el acontecer
cultural de estos está bajo la bandera de la cultura masiva. Se cree que las
percepciones pueden ser moldeadas y manipuladas por los medios. Así que las
imágenes que difunden estos están signadas por los intereses del poder, de las
instituciones; entonces pueden ser abiertamente racistas o segregacionistas; es
común ver en nuestros medios vídeos, películas, etc. donde quienes desempeñan
papeles de narcotraficantes son colombianos, donde quienes desempeñan oficios
de la casa, en hogares del país del norte, son latinos, donde los negros
normalmente son quienes consumen droga; poco se alienta a mostrar la realidad
política, social, cultural del mundo en cuestión; más bien lo que se da son
configuraciones diferentes, acaso completamente distintas. Uno concluye: los
medios de comunicación están mejor preparados para los esquemas, para la
caricatura y el sensacionalismo, que para la comprensión de los procesos de la
cultura.
Noten ustedes, cómo cada
modo de pensar los medios está señalado, por la manía de manejar términos
opuestos, excluyentes, sin tener en cuenta que entre un término y otro, entre
lo uno o lo otro, entre lo blanco o lo negro, hay un tercer término, el lugar
donde se encuentran los opuestos, el espacio donde se encuentra la inmensa
diversidad cultural, los modos de acceder o de hacer cultura, los lugares de
compresión de los hechos.
Veamos el siguiente
apotegma: ''Ver es creer",
Ahora pensémoslo de la
siguiente manera: "Traer es ver".
Aquí nos encontramos con
que si vemos primero para creer después, los medios de comunicación influyen en
la percepción que la sociedad tiene de las cosas. Desde la otra perspectiva
significaría que tenemos un sistema de creencias, valores, conductas,
comportamientos que influyen en el modo cómo los medios regresan a la sociedad
el conocimiento previo. Cuál de los dos términos tiene razón. Ninguno en
particular, en cambio sí en conjunto. ¿Entonces, por qué no pensar la relación
medio-sociedad no como lo uno o lo otro, sino como lo uno y lo otro? Así el
universo conceptual será abierto.
Un tercero
mediador
Veamos el siguiente esquema
de composición social: lo privado, lo común y lo público; tres modos de asumir
lo cultural; compartimentos no aislados sino interdependientes que conforman un
todo integrado; se afectan unos con otros en una red infinita de relaciones; en
lo privado tendríamos el intercambio de relaciones y procesos que corresponden
a lo cotidiano de un individuo, de una familia, de un grupo; en lo común, las
conductas, comportamientos y actitudes hacen parte de lo que ocurre fuera, de
lo que al exterior conforma una red de relaciones sociales, de intercambios
comunes al individuo, al grupo, al conglomerado mayor, congruentes con los
símbolos, los imaginarios, con los oficios que atañen a todos; en cuanto a lo
público hallamos las reglas, las regulaciones, las políticas a seguir tanto en
lo privado como en lo común y al interior mismo de lo público.
Dadas estas esferas,
¿dónde ubicar los medios de comunicación? En consecuencia con su carácter de
mediación, de recolector de voces sin discriminación raciales, ideológicas, de
clase, necesariamente debe establecerse como puente entre lo privado y lo
público, o sea en lo común, participa tanto de lo privado como de lo público
sin dejar de ser común. Debe hacer que las distintas esferas se superpongan.
Interconexión y superposición tanto en los contenidos como en las formas; tanto
en lo que se dice como en cómo se dice, por quién y para quién. El problema
aquí hacia cuál lado se inclina más.
Ahora bien, estas tres
esferas no son una substancia, ni una esencia del mundo social, y sí, en
cambio, tiene que ver con la eficacia participativa e identificatoria,
emocional o simbólica que hace de los comportamientos oficios verdaderos,
oficios con sentido: mitos, leyendas, danzas, fiestas religiosas, celebraciones
patrias, culto a símbolos. Mundos que comparten tanto los productores como los,
intérpretes de tales comportamientos que constituyen grupos de pertenencia;
particularidades atravesadas por otros campos culturales como lo histórico, lo
nacional, la ocupación, la edad, etc. Unos medios de comunicación que no tengan
en cuenta esto siempre proporcionará información parcializada, sesgada,
desorientadora.
En consecuencia con lo
anterior, para entender mejor la relación medios de comunicación-sociedad,
hagamos las siguientes preguntas:
a.- En la relación de lo
privado con los medios de comunicación. La pregunta a hacernos sería: ¿Son los
medios objetivos, independientes, participativos?
b.- En relación con la
influencia de los medios sobre la producción de lo privado, de lo común, de lo
público. ¿Cuáles las influencias recíprocas que puedan identificarse entre la
producción de lo privado, lo común y lo público? ¿Cuál sería la diferencia
entre lo que circula por canales orales y los que circulan por canales
eruditos?
Cada una de esta
variables constituyen una problemática específica, por tanto los conceptos,
orientaciones y tratamientos son diferentes, sólo así podemos entender la
comunicación como agente activa del espacio donde se normalizan las formas
textuales, la construcción de los referentes y las praxis comunicativas de
cualquier relato.
Es innegable que la
influencia de los medios de comunicación se incrementa más si sus mensajes se
acercan a la experiencia personal, o se apoyan en influencias interpersonales o
son consecuentes con las normas y el comportamiento social. También tiene sus
efectos en los aspectos de cómo las personas hacen evoluciones, por ejemplo, en
el hecho de cómo se juega el comportamiento de los líderes políticos. Los
medios de comunicación, no hay duda, han transformado la conducta de las
elecciones, y tienen su influencia en la selección de los líderes. Es también
cierto que los medios facilitan el funcionamiento de la sociedad; informan
sobre el electorado, actúan como canal de comunicación y de influencia en dos
direcciones, actuando entre el gobierno y los gobernados; proporcionan un
control ante el abuso del poder del estado a través de la apertura de
información. Alguien dice: "Estimulan la unión de intereses dentro del
proceso político, suministran un canal de comunicación entre las elites,
facilitan la revisión de las metas y de las políticas de la sociedad a través
del debate colectivo y ayuda a la sociedad a identificar problemas y tensiones
sociales para adoptar los remedios políticos apropiados .
Pero, ¿hasta dónde los
medios de comunicación son autónomos?, ¿hasta dónde son independientes del
estado como de los subsistemas sociales?, ¿son independientes de las
ideologías, de los grupos económicos, políticos? Hay quienes piensan que por la
pluralidad de culturas, por la democracia semiótica de los discursos,
sencillamente no puede haber discursos dominantes. En consecuencia la
dominación es débil e ineficaz, ya que las gentes constituyen sus propios
significados. Dicen: "No tenemos por qué preocuparnos por si la gente mira
televisión, si consume varias horas al día imágenes anuncios y valores, pues
los espectadores son críticos y permanecen activos."
Sin embargo, hoy la
industria de los medios de comunicación alcanza límites de analfabetismo
cumbres. Se desposee al oyente de sus lecturas. Se lleva al consumidor a la
tendencia de no establecer relaciones, a no buscar algo parecido a un sentido.
En La radio, por lo menos se ofrecían y de algún modo se ofrecen, discursos,
mesas redondas que de alguna manera proporcionan un significado; en estos se
exige, hay ejercicio de concentración mental, claro, cada vez menos, pues se
necesita espacio, por razones económicas, que den cabida al nombre de un ídolo
o de un artículo de marca. Para los medios, la carga de la lengua es demasiado
pesada y embarazosa, entonces ya no se dan significados, ya no se ofrecen
contenidos.
La
dificultad de imaginar
Quién accede a un medio
de comunicación, por ejemplo la televisión, parece, no descompone imágenes, no
descodifica las imágenes. ¿Qué significan las imágenes para él? No mucho. A
pesar de esto, el centelleo de la pantalla despierta en el observador de la
imagen un interés duradero, íntimo, casi voluptuoso; su aparato de percepción está
ocupado, fascinado.
Los medios han querido
siempre un público pasivo, no hay duda, han hecho un público que no quiere que
se le importune con contenidos, que lo obliguen a pensar, a recordar el mundo
que está más allá de su inmediatez. Esta masa ha sido desconectada de su
aparato de percepción y no quiere verse obligado a pensar todo cuanto ve. Se me
dirá, pero es que no puede afirmar que este público es zombi, pues allí donde
dirija la mirada éste puede ver algo, algo como un resto de incandescente contenido.
Cierto, puede ver algo, pero no relaciona ese algo con otro algo.
Un adecuado
decir
Una pregunta que me
asalta, y que habrá que procesar, habrá que investigar, por el momento es
intuición, es poética. La pregunta es: Cuando se dialoga, se escuchan
discursos, se ven imágenes, el espectador evoca otros signos, otros símbolos.
Explica esto que ve con lo conocido por él de antemano. Sospecho que productor
e intérprete no participan del mismo proceso de cooperación. ¿Evidencian una
misma modalidad de control de dichos signos? Pienso que no es posible. Pues
quien habla no sabe decir y quien escucha no sabe escuchar. Cuando el que habla
no sabe decir obliga al otro a dispersarse, a perderse en esferas de su propio
discurso, desconectado, las más de las veces, de lo que el otro dice. Un decir
así no es corporativo. No se sabe decir porque se tiene la idea errónea de que
lo que se tiene delante de sí es una audiencia homogénea, genérica e
indiferenciada y lo que en últimas se da es un rol adverso a la producción de
los rasgos culturales propios.
Los
lenguajes
Los lenguajes de los
hechos son tan importantes como los hechos mismos, como los resultados de los
hechos, por esto en las noticias, en los comunicados oficiales, las palabras lo
dicen todo u ocultan todo. Por ejemplo, si utilizamos la expresión "daños
colaterales", empleado oficialmente y adoptado por la prensa, cada vez que
una bomba del Otan mata civiles, es un modo de ocultar lo que es decir:
murieron mujeres, ancianos y niños. De otra parte hay que tener claro desde qué
contexto, desde qué situación se califica al otro, lo otro, al enemigo: puede
ser criminal, bárbaro o fascista. En lo que respecta a Colombia, el lenguaje
con el cual se define los hechos, se nombran los actores, se califican las acciones,
poseen su determinante. Aquí nos cuidamos del vocabulario extremista, de lado y
lado, para descalificar al enemigo. No se llama a los guerrilleros,
"cuadrilla de delincuentes, como lo puede hacer por ejemplo, el ejército;
entonces se habla de frentes, de bloques de alzados en armas; también, para
quitarle beligerancia a los enfrentamientos a los secuestros, se les denominan
retenciones. En esta repetición de las palabras, de la noticia, las palabras
agotan su sentido, acostumbran un sentido que ya no conmueve.
¿Cómo pueden los medios
evitar tomar partido, sin quererlo, por la sola manera como es redactada la
noticia? ¿Cómo no caer en la trampa de esas palabras que, a pesar de estar
coronadas por una aureola de precisión técnica, son igualmente engañosas?
De alguna manera debe
haber un mínimo de objetividad. Los enviados a cubrir los conflictos en
Colombia suelen correr el riesgo de parcializarse por uno de los implicados en
el conflicto. Esto implica que hay un manejo de ideología. Tanto en los
conflictos como en la normalidad, la objetividad es difícil de guardar. Sin
embargo, la imparcialidad sigue siendo deseable salvar, sin que esto implique
cerrar los ojos o agachar la cabeza.
Por fin la
voz de los que no tienen voz
Los medios de
comunicación producen significados, ¿pero, cómo los reciben las audiencias? Los
significados suelen ser incoherentes, contradictorios, presentan lagunas,
incluso se dan oposiciones internas entre los textos, ambivalencias cruciales.
Programas relativamente abiertos y ambiguos delegan la producción de
significado al espectador o al productor, mas no al medio. En este caso, la
audiencia se nos vuelve productora de significado, no responde según formas
prescritas, a significados fijos y preconstituidos. El significado se construye
a través de la interacción entre el texto y las posiciones discursivas y
sociales de las audiencias. Grupos divergentes responden de forma muy distinta.
Estas diferencias reflejan diversos discursos e instituciones en los que dichos
grupos están situados. "Esto pone de relieve la importancia de las
distintas formaciones subculturales dentro de una misma clase al generar
distintas respuestas por parte de la audiencia". Esto nos permite valorar
con cautela la influencia de los medios de comunicación en la sociedad. Las
diferencias lingüísticas y culturales tienen mucho que ver en esto.
Los foros
desaprovechados
Hay distintos foros desde
los cuales orientar la sociedad. Entre estos tenemos: los espacios de las
iglesias, sus sermones; los profesores, en las aulas; los medios de
comunicación, periódicos, vídeos, radio y televisión. Cada uno de estos tiene
en sus manos la inmensa posibilidad para decir cómo son las cosas. Sin embargo,
no se han sabido manejar; la sociedad, la comunidad, el pueblo, no sabe dónde
está, qué horizonte mirar, que camino seguir, qué entender o comprender de las
cosas. Lo que se dice se enmascara, se oculta o se miente. ¿Por qué ha sido
así?, ¿qué nos está ocurriendo? ¿Por qué no llegamos a la comunidad con
nuestros discursos? Acaso hemos dejado de pensar en procesos, la ausencia de
estos no hace posible la comprensión y si no hay comprensión no estamos ubicado
en lugar alguno. Si no se genera un discurso que dé a comprender las relaciones
entre hechos, lo que se asimila, de parte de quien escucha, es un mundo
fragmentado, inconexo.
De esto sólo nos queda
escuchar información inmediata, superficial, ruidosa y desconectada de la
realidad. Esta fragmentación del conocimiento no permite el conocimiento en su
verdadera dimensión cultural, y como consecuencia nuestra dificultad para
actuar corporativamente; de este modo es difícil respetar al otro. Así, nuestra
particularidad cultural, nuestra territorialidad asomada al vértigo de
globalización corre el riego de diluirse, de disolverse en la generalidad y un
mundo otro donde se sufre de extrañamiento y de uniformidad. Se traspapela la
identidad.
Las
responsabilidades incumplidas
Hoy, el estado debe
responder a una sociedad personalizada, deseosa de aumentar posibilidades de
elecciones individuales. Sociedad que denuncia los monopolios públicos,
necesitada de saberse desestandarizada busca la privatización de los servicios.
Ésta es una tendencia postmoderna donde se privilegia la libertad antes que el
igualitarismo uniforme, privilegia la libertad y responsabiliza al individuo y
a las empresas para obligar a una mayor movilidad, a una mayor innovación y a
una mayor elección.
Ésta es una sociedad
donde las rigideces individuales e institucionales se han reducido; hay menos
relación vertical y paternalista entre el estado y la sociedad, hay menos
régimen único, más iniciativa, diversidad y responsabilidad en la sociedad y en
los individuos. Esto pareciera dar la idea de que vamos por buen camino, sin
embargo el estado, nuestro estado, aún no promueve la multiplicación de
responsabilidades sociales, de las actividades, no refuerza el papel de las
asociaciones, de las cooperativas, de las actividades locales. Sigue siendo aún
un estado que no se adecua a una sociedad móvil abierta, sin rigideces
burocráticas. Y en esto cuentan mucho lo medios de comunicación de masas. Una
sociedad desigual como la nuestra, un estado tan débil como el nuestro, genera
unos medios de comunicación tan raquíticos y poco consecuentes con los
movimientos socioculturales. Así, lo que se debe fortalecer primero son los
medios. De este modo, los medios deben ser los mediadores entre lo privado y el
estado, moviéndose en la esfera de lo común. Pero mediadores con la palabra
bien dicha, con la palabra coherente, que sea capaz de asimilar lo político del
estado, al mismo tiempo capaz de comprender las políticas sociales para
comunicarlas, para dadas a conocer tanto en la esfera de lo privado, como en la
esfera de lo común, como en la esfera del estado.
Medios de
comunicación y ciudad
Las ciudades ahora son
cada vez más dispersas, más fragmentadas. Estos fragmentos, a través de los
medios de comunicación, crean la impresión de estar unidos, de estar
compartiendo con otros entornos. De lo que deviene que la ciudad total ya no es
una experiencia personal; no se nos entrega cuando queremos recorrerla, pues en
nuestro recorrido sólo usamos fragmentos. Martín-Barbero dice: "Habitamos
una ciudad en la que la clave ya no es el encuentro sino el flujo de la
información y la circulación vial... Cada vez más gente deja de vivir en la
ciudad para vivir en pequeños entornos; se mira la ciudad como algo ajeno,
extraño.''
Por la acción o la
presencia marcada de los medios de comunicación, lo público tiende a volverse
privado, lo privado tiende a volverse público. La producción de la información
y los conocimientos se concentran alrededor de las nuevas redes de
comunicación. En la ciudad, el mundo está interconectado, los espacios se
entrelazan a través de redes de articulación, espacios de flujos que se
traducen en ciudades globalizadas. Articulación compleja: lo global y lo local;
las distancias se acortan y dan como resultado nuevos territorios y sociedades.
Esta nueva forma de comunicación produce cambios fuertes en los atributos urbanos.
Nuevos sitios de encuentro se definen, nuevas formas de comunicación toman
cuerpo. Si se está en casa no se está ausente del afuera, de los otros
espacios. Las manifestaciones de lo público antes se daban en descansar en el
parque, andar por la calle, vociferar en la plaza; ahora, por medio de los
medios de comunicación, lo esencial de nuestras funciones públicas se da a
través de estos mismos, por lo que tenemos una ciudad informacional, hecha de
flujos de información, circulación.
Los puntos de encuentro
son ahora las redes materiales e inmateriales de la informática. En
consecuencia, la globalización, la información y la difusión urbana
generalizada confabula ahora para que la ciudad desaparezca como forma
específica de relación entre territorio y cultura, entre territorio y sociedad,
lo que la substituye es una forma de articulación continua y discontinua, de
población y actividades. La desespecialización o transformación de los lugares
en espacios de flujos significan producción y consumo sin localización alguna,
la ciudad pierde su centro. Vivimos la ciudad de los flujos comunicativos que
configuran las relaciones de lo privado y de lo, público; la casa y la ciudad.
Esto no quiere decir que desaparezcan los problemas urbanos. La vivienda se
vuelve cada vez más difícil, los servicios urbanos exigen tratamientos de
choque, el mundo ambiente se degrada cada vez más, los asentamientos humanos
son cada vez más predadores. La complejidad de esta mutación no debe seguir
enmascarándose por medio de las palabras sin sentido, ambiguas y eufemísticas.
Es en la ciudad donde se vive con mayor intensidad los dramáticos procesos de
transición por los cuales navegamos a tientas, sin brújula, sin rumbo definido.
Si la igualdad en la
polis griega fue posible en la esfera política, donde los ciudadanos se reunían
como ciudadanos y no como personas privadas; la igualdad en la ciudad
informacional, en la tecnópolis, se encuentra socialmente en los medios de
comunicación, y estos tendrán que llevar a comprender a este ciudadano que la
libertad siempre tiene un límite, el otro. Aquí los comunicadores juegan un
papel clave en la calidad de la vida de la ciudad. Puede servir para negar al
hombre o para construirlo.
Algunos creen que la
comunicación enfrenta dificultades y plantean que estas dificultades se deben a
la no existencia de una teoría convincente sobre el hecho urbano, sobre la
ciudad y el territorio. Aún no he visto que las teorías alrededor de los medios
de comunicación sean compartidas por la industria. Las reflexiones de esta
industria se guían por un modo absolutamente desapasionado, ascético. En la
industria, lo que se discute son reglamentos, cables, frecuencias, cuotas de
reparto, costos, cuñas publicitarias. No están interesados en el pensamiento ni
en los contenidos de los programas. Analizan a fondo y defienden con vehemencia
cada uno de los aspectos económicos, técnicos, legales y administrativos de su
proceder. Lo que esta industria genera no se somete a debates, lo que viene de
afuera sí, por aquello de que hay que pagar y deciden cuánto, cuándo, dónde y
como.
El ejercicio
de nuestra soledad
Ciertamente tenemos cada
vez más y más comunicación, los medios lo invaden todo, pero somos cada vez
menos y menos dialogantes, más unidireccionales en el diálogo.
Los medios de
comunicación nos conectan, fusionan. Lo pequeño, lo particular se torna
universal; lo universal se sumerge en lo particular. Los tiempos también se
fusionan, un tiempo en todos los tiempo. En cuanto al espacio, lo lejano se nos
vuelve cercano. Cohabitamos todos, al mismo tiempo exploramos lo que otros
exploran. Es como si fuéramos ubicuos. Los imaginarios de otros coexisten con
nuestros imaginarios. El otro está aquí, en nuestro cuarto; habla, lo
escuchamos, sin embargo lejano. Sé de sus gestos, de la modulación de su voz;
tan lejano y nos habla y no podemos hablarle, salvo que digitemos o usemos
auriculares. Parece no haber ausencia del otro. Es una presencia en la
ausencia, una realidad a pesar de su lejanía.
Ahora múltiples,
híbridos, una mezcla continua de todo, una sensibilidad que acumula
conocimientos. Conocemos para sabernos otros, sabernos en otros, en nuestro
territorio, en el territorio del otro, pues el otro está aquí, nosotros estamos
allí, mostrándonos en nuestras particularidades.
Lo global localizado,
establecido en mi cuarto. Sumergido lo de más allá en este acá donde masticamos
nuestra comida y vemos televisión. Arrebatados más allá de nuestra circularidad
espacial. Universo disperso que se muestra en la pantalla y que se desplaza por
nuestro cuarto, por el mundo de nuestro cuarto lleno de nuestros propios
olores. Metidos allí donde lo otro es sonido, imagen sin necesidad de haber
partido; ciudadanos del mundo en el simulacro de un universo que nos envuelve
en sus prendas, viviendo con la sensación de ser absolutamente colectivo.
Sentimos la muchedumbre
en nuestro entorno, lejos pero la sentimos y casi acariciamos. La vivimos, sí,
con recelo, alegría y temblor, inmersos en una profunda soledad ruidosa,
nuestro vacío, como si nada entre las manos, como sin nombre, como traspapelada
la identidad, como si tuviéramos un pasado mudo, como si pasado, presente y
futuro no encontraran los hilos con los cuales ser tejidos. Pero no, sensación
apenas. Más bien identidad contrastada, puesta en entredicho, cuestionada,
extrayendo fuerzas de la lucha misma, de la diferencia misma, de la
multiculturalidad misma, de lo que entonces el centro no se extravía. El
resultado, otros tonos, otros colores, otras voces, otros significados, otras
legitimidades; lo nuestro, lo que nos legitima, también allí, afuera, pues
nuestro cuarto no es la única realidad con simulacro y todo, la realidad real
allí, afuera cuando salgo para saber que nuestro ser se multiplica, otros
cuerpos y tenemos necesidad de esos otros cuerpos, podemos tocarlos, hablarles,
hablarlos; sentir su peso, el latir del corazón, los ritmos de la sangre, el
temblor, el miedo. Sudor y lágrimas aunque haya audios, vídeos y máscaras. Aún
no hemos perdido el placer de ser hombres.
Trabajo presentado en la II Bienal de
la
Comunicación, celebrada en la
Universidad
de Cartagena (Colombia), en mayo de
1999.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre del autor, 1999; título del texto, en Revista Latina de
Comunicación Social, número 20, de agosto de 1999, La Laguna (Tenerife), en la
siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999eag/53jrg.htm