IMPERIOMichael Hardt y Antonio NegriDe la edición Harvard University Pres, Cambridge, Massachussets, 2000. Traducción de Eduardo Sadier.
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enero 23, 2008
Jairo Restrepo Galeano
Prefacio
"Junto con el mercado global y los circuitos globales de producción han emergido un nuevo orden, una nueva lógica y estructuras de mando -en suma una nueva forma de soberanía". El Imperio regla todos estos cambios.
La hipótesis que formulan los autores es: "Nuestra hipótesis básica es que la soberanía ha tomado una nueva forma, compuesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales unidos bajo una única lógica de mando. Esta nueva forma global de soberanía es lo que llamamos Imperio". Imperio entendido como algo diferente a imperialismo.
El Imperio surge de la cuestión de la soberanía. "En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece centro territorial de poder, y no se basa en fronteras fijas o barreras. Es un aparato de mando descentrado desterritorializado ... El Imperio maneja identidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios culturales por medio de redes moduladoras de comando".
Los tres mundos (primero, segundo y tercero) se entremezclan. El capital se desterritorializa y se reterritorializa.
"En la posmodernización de la economía global, la creación de riqueza tiende cada vez más hacia lo que denominamos producción biopolítica, la producción de la misma vida social, en la cual lo económico, lo político y lo cultural se superponen en infinito crecimiento entre sí".
Ningún estado-nación puede hoy constituir el centro de un proyecto imperialista. Ninguna nación será líder mundial. Estados Unidos ocupa un lugar privilegiado en el Imperio.
El concepto de Imperio se caracteriza por una falta de fronteras: el mundo del imperio no tiene límites. Ninguna frontera territorial limita su reinado. "El concepto de imperio no se presenta a sí mismo como un régimen histórico originado en la conquista, sino como un orden (y con esto no estoy de acuerdo) que, efectivamente, suspende la historia, y así fija el estado existente para la eternidad. El objeto de mando es la vida social en su totalidad, de arriba a abajo; es biopoder finalmente, aunque su práctica se bañe en sangre, su discurso es la paz”.
"Las fuerzas creativas de la multitud que sostienen el Imperio son también capaces de construir un imperio, una organización política alternativa de los flujos de intercambio globales". Las luchas contestatarias al imperio están en el seno mismo del Imperio.
Parte II.
Constitución política del presente.-
1.1. Orden Mundial.
En términos jurídicos.
En este apartado se discute la noción de orden: Uno, no es espontáneo. Dos, el orden no es dictado por un único poder, un único centro de racionalidad, trascendente a las fuerzas globales.
Naciones Unidas. El rol que desempeña. Primero se estableció la noción de orden internacional. Con las Naciones Unidas se consolida la noción de orden Internacional, también la noción de orden global; una producción jurídica, efectiva a escala global -"un nuevo centro de producción normativo que puede jugar un rol jurídico soberano". Se discute cómo es jurídicamente, desde Hans Kelsen hasta la constitución de la ONU, el marco jurídico de la soberanía internacional. Dos aspectos que se tuvieron en cuenta para su constitución es la idea hobbesiana (concentración del poder en manos de militares; un poder supranacional trascendente); frente a la idea lockeana (descentralización y pluralismo, redes de poder locales que apunta a los poderes que apoyan el poder supranacional). Ambas ideas son perversas. No tuvieron en cuenta hasta dónde conducirían a una nueva soberanía imperial.
La constitución del Imperio.-
Viene de Roma, pasa por lo germano en la Edad Media. El concepto de imperio en estos es común un concierto global bajo la dirección de un único conductor, un poder unitario que mantiene la paz social y produce verdades éticas. Para alcanzar estos fines, al poder único se le otorga la fuerza necesaria para conducir, cuando sea necesario, "guerras justas" en las fronteras contra los bárbaros, e internamente contra los rebeldes. Desde el principio, entonces, el Imperio pone en marcha una dinámica ético-política que yace en el centro de su concepción jurídica. Este concepto jurídico incluye dos tendencias fundamentales: primero, la noción de un derecho que se afirma en la construcción de un nuevo orden que abarca la totalidad del espacio de lo que considera civilización, un espacio universal, ilimitado; y, segundo, una noción de derecho que abarca a todo el tiempo dentro de su función ética".
Hasta finales de la Edad Media estas dos nociones permanecieron unidas. A comienzos del renacimiento, con el triunfo del secularismo, las nociones fueron separadas. Una derivó al derecho internacional, la otra hacia la noción de "paz perpetua". En el primero el mecanismo son los tratados que construirían un orden internacional entre Estados soberanos (Grotius, Puffendorf). En el segundo caso, la idea de "paz perpetua" (Kant) se presenta como ideal de razón, "Una 'luz' que debe criticar y también unir el derecho con la ética, una supuesta trascendencia del sistema jurídico y esquema ideal de razón ética".
Los autores sospechan que ahora se han unido de nuevo y los síntomas son: el renovado interés en el concepto de bellum justum, o "guerra justa", y su efectividad (Guerra del Golfo Pérsico), ligada a órdenes imperiales. "Los conceptos tradicionales de guerra justa involucran la banalización de la guerra y la celebración de ella como instrumento ético, tradicionales en la modernidad, hoy aparecen: la guerra reducida a estatus de acción policial y nuevo poder que puede ejercer funciones éticas legítimamente por medio de la guerra. Obvio, con algunas innovaciones. "La guerra justa ya no es en ningún sentido, una actividad de defensa o resistencia" como lo fue desde San Agustín hasta los escolásticos de la Contrarreforma, como una necesidad de la "ciudad mundial" para garantizar su propia supervivencia; hoy, se justifica por sí misma: se legitima el aparato militar, basado éticamente; y la efectividad de la acción militar para alcanzar la paz y orden deseado. Al comienzo se banaliza, es decir, se le reduce a objeto de represión policial y se le absolutiza como "el Enemigo", una amenaza absoluta al orden ético; síntoma de la emergencia del Imperio.
El modelo autoridad imperial.- El nuevo paradigma, como lo dijo Foucault, tiene y detesta el vacío. No se define solamente en términos negativos: declinación de los estados-nación soberanos, desregulación de los mercados internacionales, etc. El nuevo paradigma es sistema y jerarquía, construcción centralizada de normas. Tiene una estructura sistémica, flexible y dinámica y se articula horizontalmente. Hay una máquina que ordena todo, que lo centraliza todo. Se sostiene por la autoridad policial, para crear y mantener el orden, igual que el ordenamiento jurídico de mandar sobre la excepción.
Valores universales.- "Por medio de la transformación contemporánea de la ley supranacional, el proceso de constitución imperial tiende directa o indirectamente a penetrar y reconfigurar la ley doméstica de los estado-nación, y así, la ley supranacional sobredetermina poderosamente la ley doméstica". Veámoslo desde el derecho a la intervención. "Este es concebido comúnmente como el derecho u obligación de los sujetos dominantes del orden mundial, de intervenir en los territorios de otros sujetos en interés de prevenir o resolver problemas humanitarios, garantizar acuerdos e imponer la paz".
"En el imperio los medios de aprehensión de los valores, privados e individuales son disueltos... La domesticidad de los valores, los escudos detrás de los cuales presentaban su sustancia moral, los límites que protegían contra la exterioridad invasora -todo eso desapareció-". Ética, moralidad y justicia son moldeados en nuevas dimensiones.
El Imperio se muestra como crisis (¿decadente? ¿corrupto?). Diferentes formas de gobierno no están firmemente establecidas en repúblicas, esto lleva ineluctablemente a la corrupción, según Gibbon, Montesquieu; desde lo filosófico, donde la entidad y la esencia, la efectividad y el valor no hallan una satisfacción común; allí no se desarrolla la generación sino la corrupción.
1.2. Producción biopolítica.
Con Foucault se entiende el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. "La sociedad disciplinaria es aquella en la cual el comando social se construye a través de una difusa red de dispositivos o aparatos que producen y regulan costumbres, hábitos y prácticas productivas. Se asegura así la obediencia a las reglas y sus mecanismos de inclusión y/o exclusión que se logra a través de instituciones disciplinarias (la prisión, la fábrica el asilo, el hospital, la universidad, la escuela, etc.) que estructuran el terreno social, presentan lógicas adecuadas a la "razón" de la disciplina. El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y límites del pensamiento y las prácticas, sancionando y prescribiendo los comportamientos normales y/o desviados. Se entiende la sociedad de control como aquella (que se desarrolla en el extremo más lejano de la modernidad, abriéndose a lo posmoderno) en la cual los mecanismos de comando se tornan aún más 'democráticos', aún más inmanentes al campo social distribuidos a través de los cuerpos y las mentes de los ciudadanos. Los mecanismos de inclusión y exclusión social adecuados para gobernar son, por ello, cada vez más interiorizados dentro de los propios sujetos. El poder ahora es ejercido por máquinas que, directamente, organizan las mentes (en sistemas de comunicaciones, redes de informática, etc.) y los cuerpos (en sistemas de bienestar, actividades monitoreadas, etc.) hacia un estado de alienación autónoma del sentido de vida y el deseo de la creatividad. La sociedad de control se caracteriza por una intensificación y generalización de aparatos normalizadores del disciplinamiento, que animan internamente nuestras prácticas comunes y cotidianas, pero, en contraste con la disciplina, este control se extiende muy por fuera de los sitios estructurados de las instituciones sociales, por medio de redes flexibles y fluctuantes".
Con Foucault se entiende la naturaleza biopolítica de hoy. "El biopoder, (escriben Negri y H.), es una forma de poder que regula la vida social desde su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola". El poder es incorporado en el individuo. Foucault dice: "La vida se ha vuelto ahora... un objeto de poder". Administra la vida. "El biopoder, (Negri y H.), pues se refiere a una situación en la cual el objeto de poder es la producción y reproducción de la misma vida".
La producción de vida.- Deleuze formula diferencias metodológicas con Foucault, su principal punto de desacuerdo provenía precisamente de la cuestión de la producción. Deleuze prefería el término "deseo" al "placer" de Foucault; explicó por qué el deseo aprehende la dinámica activa real de la producción de la realidad social, mientras que placer es meramente inerte y reactiva. El "Placer interrumpe la positividad del deseo y la constitución de su plano de inmanencia" Deleuze "Desir et plaisir".
Corporaciones y comunicaciones.- ¿Cómo se constituyen los elementos políticos y soberanos de la máquina imperial?. Hoy las grandes corporaciones (el GATT, Banco Mundial, FMI, ONU) construyen la trama conectiva fundamental del mundo biopolítico. Determinan la nueva geografía del mercado mundial, la nueva estructura biopolítica del mundo.
Las grandes potencias industriales y financieras producen no sólo mercancías sino también subjetividades. Producen subjetividades dentro del contexto biopolítico: producen necesidades, relaciones sociales, cuerpos y mentes -es decir, producen productores-. En la esfera biopolítica, la vida está hecha de trabajar para la producción y la producción está hecha de trabajar para la vida.
El papel de los medios de comunicación en la biopolítica.
Intervención.- Intervenciones que se dan por organizaciones globales: Médicos sin fronteras, Amnistía Internacional, Oxfam, que son Ongs., que con sus imperativos éticos y morales intervienen y conducen sus "guerras justas", sin arma, sin violencia, sin fronteras. Son fuerzas de avanzada de la intervención imperial.
Prerrogativas reales.- La fuente de la normatividad imperial nace de una nueva máquina, una nueva máquina económica-industrial-comunicacional, en suma, una máquina biopolítica globalizada. Tiene una figura virtual y marginalizada. Su racionalidad se da a partir o en la historia oculta de la administración industrial y en los usos políticos de la tecnología.
El nuevo Imperio posee la forma tripartita de Weber, para la legitimación del poder, 1., elementos típicos del poder tradicional, 2., una extensión del poder burocrático que se adapta fisiológicamente al contexto biopolítico y 3., una racionalidad definida por el "evento" y por el carisma que se alza como un poder de la singularización del todo y la efectividad de las intervenciones imperiales. Esta perspectiva neoweberiana tiene su lógica, es funcional antes que matemática, y rizomática y ondulatoria antes que inductiva o deductiva. Es un orden definido por su virtualidad, su dinamismo, y su inconclusividad funcional.
1.3. Alternativas dentro del Imperio.
Piensan que la dicotomía entre lo global y lo local es falsa, pues asume que lo global incluye homogenización e identidad indiferenciada, mientras lo local preserva la heterogeneidad y las diferencias. Presumen que las diferencias de lo local son naturales, o al menos que su origen no está en cuestionamiento. Las diferencias locales son preexistentes a la escena actual y deben ser defendidas y protegidas contra la intrusión de la globalización. Esta clase de primordialismo fija y romantiza las relaciones sociales y las identidades. "Las diferencias localistas no son preexistentes ni naturales, sino, en verdad, efectos de un régimen de producción. La globalidad, similarmente, no debe ser entendida desde el punto de vista de la homogenización cultural, política y económica. La globalización como la localización, debe ser entendida, en cambio, como régimen de producción de identidad o diferencia, verdaderamente, de homogenización y heterogenización".
El drama ontológico de la Res Gestae.- En el Imperio está la multitud, el poder de la res gestae. Su posibilidad de liberación. Drama ontológico que no se busca por una teleología que justifique cualquier pasaje en nombre de un fin prometido. El razonamiento de los autores se basa en dos aproximaciones metodológicas que pretenden ser no dialécticas y absolutamente inmanentes: "la primera es crítica y deconstructiva, pretendiendo subvertir los lenguajes y estructuras sociales hegemónicas, y de este modo revelar una base ontológica alternativa que resida en las prácticas creativas y productoras de la multitud; la segunda es constructiva y ético-política, busca dirigirse a los procesos de producción de subjetividad hacia la construcción de una alternativa política y social efectiva, un nuevo poder constituyente".
"Nuestro enfoque crítico se dirige a la necesidad de una deconstrucción ideológica y material real de orden imperial".
El evento histórico reside en su potencialidad. "No son los dos que se componen en uno, sino uno que se abre en dos", según fórmula de los revolucionarios chinos.
Estribillos de la "internationale".- La clase proletaria hoy es otra. Aquí hacen un recuento histórico de lo que ha sido la clase obrera, desde el siglo XIX y cómo se internacionaliza, germen de lo que luego se entenderá como globalización. La Internacional Socialista.
El topo y la serpiente.- Hoy la categoría proletariado escasamente se presenta, posee otros signos. Se da un nuevo proletariado.
Hoy las luchas no son internacionales, son locales, pero con la capacidad de saltar globalmente; son diversas. Apuntan a circunstancias locales e inmediatas, pero cuyos problemas son de relevancia supranacional, propios de la regulación imperial capitalista. Sus características son: primero, cada lucha, aunque firmemente asentada en condiciones locales, salta de inmediato al nivel global y ataca la constitución imperial en su generalidad. Segundo, todas las luchas destruyen la distinción tradicional entre las luchas políticas y económicas. Estas luchas son, a un mismo tiempo, económicas, políticas y culturales -son luchas biopolíticas, luchas sobre las formas de vida. Luchas que no se comunican a pesar de estar hipermediatizadas en televisión, en Internet, porque no pueden comunicarse, porque sus lenguajes no pueden ser traducidos. No hay un enemigo común; son particulares aunque todas ellas atacan el orden global del imperio. La ausencia de un lenguaje común, no hay aún cómo 'traducir' estos lenguajes particulares en un lenguaje cosmopolita. Hace falta construir un lenguaje común que facilite la comunicación; un lenguaje que no funcione sobre la base de similitudes, sino sobre las diferencias: una comunicación de singularidades.
El águila de dos cabezas.- Águilas que no miran hacia afuera sino hacia adentro, cada una atacando a la otra.
La cabeza del águila imperial se estructura en lo jurídico, en el orden jurídico como máquina de comando biopolítico (paz y orden), siempre en contradicción, nunca se alcanzará el orden y la paz, pero siempre se propondrán. Siempre hay un excedente. Conflictos inconmensurables, se resuelve uno y aparece otro. La otra cabeza del águila imperial es la multitud plural de subjetividades de la globalización. Está en perpetuo movimiento, está formada por constelaciones de singularidades y eventos que imponen reconfiguraciones globales continuas al sistema. Siempre aparecen nuevas figuras de resistencia; nuevas figuras de lucha y nuevas subjetividades en la coyuntura de eventos, en el nomadismo universal, en la mezcla y mestizaje de individuos y pueblos. Se almenan y desarrollan también positivamente. Imperio y multitud están en el mismo nivel. "Desde una perspectiva, el Imperio se posiciona claramente sobre la multitud y la sujeta bajo el mando de la máquina, como un nuevo Leviatán. Al mismo tiempo, sin embargo, desde la perspectiva de la creatividad y productividad social [...] es la multitud la fuerza productiva real de nuestro mundo social, mientras que el Imperio es un mero aparato de captura que sólo vive fuera de la vitalidad de la multitud".
El Imperio es vacío, está privado del ser y la producción.
El manifiesto político.- La biopolítica es un circuito ininterrumpido de vida, producción y política, dominado globalmente por el modo capitalista de producción. Trabajo, sociedad y vida.
Política: entendida como administración y dirección. El poder oculta en vez de revelar.
"¿Cómo podemos construir un aparato para unir al sujeto (la multitud) con el veto (la liberación cosmopolita) dentro de la posmodernidad?” No se trata de construir un manifiesto utópico; entrelazar sujeto y objeto, en situación de inmanencia, en un proceso de autoproducción. El asunto del deseo está en la productividad de la multitud, el actor inmediato de la producción y reproducción biopolítica.
Lo "bio" es dimensión materialista.
Parte 2.
Pasajes de soberanía.
2.1. Dos Europa, dos modernidades.
La noción de soberanía en Europa surge de la relación de Europa con su exterior, particularmente su proyecto colonial y la resistencia de los colonizados. Dominación europea tanto dentro como afuera de sus fronteras: gobierno dentro de Europa y gobierno europeo sobre el mundo.
El plano revolucionario de la inmanencia.- La Europa recorrida por mercaderes y ejércitos entre 1200 y 1600. Todo el fenómeno de la modernidad. El descubrimiento del plano de la inmanencia.
El conocimiento pasa del plano trascendente al inmanente, consecuentemente, ese conocimiento humano se volvió un hacer, una práctica para transformar la naturaleza.
La modernidad como crisis.- La modernidad desarrolla conocimiento y acción; se desarrolla como experimentación científica, define tendencias hacia una política democrática, colocando a la humanidad y el deseo en el centro de la historia.
La modernidad, en su seno, incubó una contraevolución. Levanta un poder trascendente constituido contra un poder constituyente inmanente, orden contra deseo. En esta lucha ganó lo trascendente. Se restablecen ideologías de comando, autoridades que despliegan un poder trascendente; se quería reducir la incertidumbre de la vida, amentar la seguridad. La guerra civil no finalizó sino que fue absorbida dentro del concepto de modernidad. La propia modernidad está definida por la crisis, una crisis nacida del ininterrumpido conflicto entre las fuerzas inmanentes, constructivas, creativas, y el poder trascendente que intenta restaurar el orden. La contrarreforma de la Iglesia Católica fue el primer y más efectivo ejemplo de esta reacción.
Es el momento en que se descubre lo exterior, descubrimiento de América; descubrimiento de otros pueblos y territorios, surge el eurocentrismo como una reacción a la potencialidad de la igualdad humana recién descubierta; fue la contrarevolución a escala global.
En esta lucha de lo inmanente el pensador más importante es Spinoza, que domina el pensamiento europeo en la última parte del siglo XVII. Filósofo que renueva el esplendor del humanismo revolucionario, coloca a la humanidad y a la naturaleza en la posición de Dios, transformando el mundo en territorio de práctica y afirmando la democracia de la multitud como la forma absoluta de política. Spinoza consideró la idea de la muerte -la muerte que los Estados y poderes sostuvieron como arma y la esperanza de la liberación- meramente un rehén utilizado para chantajear a la libertad de pensamiento: "un hombre libre piensa en cualquier cosa menos en la muerte, y su conocimiento es una meditación sobre la vida, no sobre la muerte".
El aparato trascendental.- René Descartes fue el primero, en la modernidad, en restablecer el orden trascendental. Una trascendencia que relativizó la experiencia y abolió cada instancia de lo inmediato y lo absoluto en la vida y la historia. Situó a la razón como el lugar exclusivo de mediación entre Dios y el mundo. En este dualismo la mediación está dada o se sustenta en la voluntad de Dios. Aunque le asigna al pensamiento la situación central hay un residuo de trascendencia divina: "Dios es la garantía de que la regla trascendental esté inscrita en la conciencia y el pensamiento como necesaria y universal, y por ende, constituida". Dios como garante de las leyes de la naturaleza. Entonces todo es innato en nuestras mentes.
"El reino de la potencialidad, que había sido abierto por el principio humanista de la subjetividad, es limitado a priori por la imposición de la regla y el orden trascendental... Tanto en la corriente empírica, como en la idealista, el trascendentalismo era el horizonte exclusivo de la ideología, y en los siglos siguientes, casi todas las corrientes filosóficas se desdibujarán dentro de este proyecto". Se pensó en absolutos, la formación conceptual quedó marcado por ello: formalización de la política, la instrumentalización de la ciencia, la técnica para la ganancia. Es un dialecto trascendental.
La obra de E. Kant se alza en este desarrollo. Kant posicionó el sujeto en el centro del escenario metafísico, al tiempo que lo controló por medio de tres operaciones: vaciamiento de la experiencia en el fenómeno, la reducción del conocimiento a la mediación intelectual y la neutralización de la acción ética en el esquematismo de la razón. La mediación en este caso no está en la divinidad sino en una crítica seudo-ontológica, en una función ordenadora de la conciencia y en un apetito instintivo de la voluntad. Concibe al sujeto como crisis, pero vuelve a esta crisis una apología de lo trascendental como horizonte único y exclusivo del conocimiento y la acción. "El mundo se torna una arquitectura de formas ideales, la única realidad que nos es concedida". Hay entonces una necesidad de lo trascendental, la imposibilidad de toda forma de inmediatez, el exorcismo de toda figura vital en la aprehensión y acción del ser.
Arturo Schopenhauer, en la imposibilidad de reunir a la apariencia del objeto con el objeto mismo, ve este mundo como dolor y necesidad. Schopenhauer ve que el kantismo es la liquidación definitiva de la revolución humanista. "Halló intolerable que Hegel pudiera transformar la pálida función constitutiva de la crítica trascendental en una sólida figura ontológica".
Hegel reveló "lo que estaba implícito desde el comienzo del desarrollo contrarevolucionario: que la liberación de la humanidad moderna sólo podría ser en función de su dominación, que el objetivo inmanente de la multitud se transforma en el poder necesario y trascendente del Estado". La inmanencia que Hegel restaura es ciega, pues la potencialidad de la multitud es negada y subsumida en la alegoría del orden divino. "El humanismo se transforma en una dialéctica, y en cada escena el fin es todo y los medios son ¿ordenamientos?" El ser analógico de la Edad Media resucita como ser dialéctico. Hegel planta al Estado en y para sí mismo, es el todo ético... Es esencial para la marcha de Dios por el mundo que el Estado exista.
Soberanía moderna.- El Estado, la política, unidos a lo trascendental responden al desafío de las singularidades liberadas; pusieron orden en la multitud, proveyendo un aparato trascendente, con esto evitaron que se organizara, la multitud, espontáneamente y expresara autónomamente su creatividad. En esta segunda modernidad se necesitaba ejercer control sobre las nuevas figuras de la producción social: un aparato político trascendente.
"La propuesta de Tomás Hobbes de un gobernante soberano, absoluto y último, un 'Dios en la tierra', jugó un papel fundacional en la construcción moderna de un aparato político trascendente". El poder autónomo de la multitud es transferido al Estado, en manos de un soberano que se alza por encima y gobierna.
"El aparato político trascendente se corresponde con las condiciones trascendentes necesarias e ineludibles que la filosofía moderna colocó en el pináculo de su desarrollo, en el esquematismo kantiano y la dialéctica hegeliana". Todo converge en la voluntad del soberano trascendente (Hobbes). De aquí nace el concepto de soberanía. "Esta teoría de la soberanía representa la primera solución política a la crisis de la modernidad".
El contrato social de Rousseau garantiza que el acuerdo entre voluntades individuales es desarrollado, y se sublima en la construcción de una voluntad general, voluntad general que procede de la alienación de las voluntades individuales bajo la soberanía del Estado". El "absoluto republicano" de Rousseau no es más que el "Dios de la tierra" de Hobbes.
En la base de la teoría moderna de la soberanía hay un elemento aún más importante, representado por el desarrollo capitalista, es la afirmación que dice que es el mercado el fundamento de los valores de la reproducción social. Esto le da fuerza al Estado, pues es sostenido por las fuerzas del capital.
Capital y modernidad son inseparables y Adam Smith articula esto. "Smith comienza con una teoría de la industria que introduce la contradicción entre enriquecimiento privado e interés público. Una primera síntesis de estos dos niveles le es confiada a la 'mano invisible' del mercado: el capitalismo 'sólo entiende a su propia ganancia', pero 'está dirigido por una mano invisible para promover un fin que no forma parte de su intención'"; mano invisible que es producto de la propia economía política, conducida a la autonomía del mercado; y para esto se necesita del Estado que debe hacer coincidir el bienestar de los individuos particulares con el interés público, reduciendo todas las funciones sociales y las actividades laborales a una medida de valor. "La trascendentalidad política del estado moderno queda definida como una trascendentalidad económica.
La máquina de la soberanía.- "El Estado produce la sociedad. En la larga transición desde la sociedad medieval a la moderna, la primera forma de régimen político fue, (...), enraizada en la trascendencia. La sociedad medieval fue organizada de acuerdo con un esquema jerárquico de grados de poder. Esto es lo que la modernidad abandonó en el curso de su desarrollo. Foucault se refiere a esta transición como el pasaje desde el paradigma de la soberanía a la de la gobernabilidad, donde por soberanía quiere significar la trascendencia del punto único de comando por sobre el campo social, y por gobernabilidad indica la economía general de disciplina que corre a lo largo de la sociedad". Dicho en términos de los autores que estamos leyendo, el reemplazo de la trascendencia tradicional medieval a la trascendencia moderna en términos de función ordenadora. El diagrama disciplinario se ha transformado en el mismo diagrama de la administración. Más allá de esto, Foucault sostiene que los procesos disciplinarios, que son puestos en práctica por la administración, se hunden tan profundamente en la sociedad que tienden a configurarse a sí mismos como aparatos que incorporan la dimensión biológica colectiva de la reproducción de la población. La realización de la moderna soberanía es el nacimiento del biopoder.
El humanismo tras la muerte del hombre.- El cuidado ético del ser, de Foucault, reaparece como poder constituyente de autocreación.
"Spinoza rehusó acordar leyes algunas para la naturaleza humana que fuesen diferentes de las leyes de la naturaleza con un todo". Concebir al hombre separado de lo animal, de la máquina, de la naturaleza, entonces el hombre no existe. La inmanencia es un ataque a la trascendencia.
"Hay una estricta continuidad entre el pensamiento religioso que concede un poder sobre la naturaleza a Dios y el moderno pensamiento 'secular' que acuerda el mismo poder sobre la naturaleza al hombre. Como Dios antes, este hombre que se alza separado y por encima de la naturaleza no tiene lugar en una filosofía de la inmanencia. Como Dios esta figura trascendente del hombre conduce rápidamente a la imposición de jerarquías sociales y dominación". Entonces lo que se da es un anti-humanismo que rechaza cualquier trascendencia.
2.2. Soberanía del Estado-nación.
La nación para restablecer el orden y el comando.
El nacimiento de la nación.- El Estado patrimonial absolutista. Estado como propiedad del monarca. En medio del siglo XVI, en medio de la Reforma, la monarquía patrimonial era todavía presentada como garantía de paz y de vida social.
Ahora se coloca al territorio y a la población como abstracciones ideales. "O, mejor aún, el territorio físico y la población fueron concebidos como extensión de la esencia trascendente de la nación. En esto cuenta los nuevos procesos productivos capitalistas, y también por las viejas redes de administración absolutista. Todo esto estabilizado por la identidad integradora, cultural, fundada sobre continuidad biológica de relaciones de sangre, una continuidad espacial del territorio y una comunidad lingüística".
El horizonte patrimonial se va transformando en el horizonte nación, "el orden feudal del sujeto se sometió al orden disciplinario (cives); de un papel pasivo a un papel activo. La nación es presentada siempre como fuerza activa, como una fuerza generadora de relaciones sociales y políticas". La nación experimentada como imaginario colectivo, una creación activa de comunidad de ciudadanos.
El Estado nacional reproduce fielmente la identidad totalizante del Estado patrimonial entre territorio y población, pero la noción y el Estado nacional proponen nuevos medios para superar la precariedad de la soberanía moderna. Se reifica la soberanía, a menudo naturalizándola, lo cual elimina todo residuo de antagonismo social.
Esta transformación del concepto de soberanía nacional requirió que se estableciera un nuevo equilibrio entre los procesos de acumulación capitalista y las estructuras de poder. La victoria política de la burguesía corresponde al perfeccionamiento del concepto de soberanía moderna hacia aquél de la soberanía nacional. La 'nación', por lo tanto, era al mismo tiempo la hipótesis de la 'voluntad general' de Rousseau, y lo que la ideología de la fabricación concebía como 'comunidad de necesidades' (es decir, la regulación capitalista del mercado)". Así que en éstos conceptos de nación están siempre presente la demanda inter-clasista de unidad política y la necesidad de desarrollo económico.
La nación y la crisis de la modernidad.- Jean Bodin, a la cabeza del pensamiento europeo, es quien estudia la soberanía nacional. Pensada en medio de la crisis del Renacimiento. Está en medio de la moderna definición de soberanía y el subsiguiente desarrollo de ésta en términos nacionales. Su perspectiva es realista y crítica frente a la soberanía de la modernidad.
"La soberanía, sostuvo Bodin, no puede ser el producto de la unidad del príncipe con la multitud, lo público y lo privado ni tampoco" un problema a resolver según el derecho connatural. "En realidad el origen del poder político y la definición de soberanía consiste en la victoria de un lado sobre el otro". Uno es soberano; el otro, sujeto. "La fuerza y la violencia crean soberanía". Bodin presenta a la figura del soberano, incluso del Estado realísticamente construyendo su propio origen y estructura.
En los siglos XVI y XVIII, luego de Bodin, se desarrollan simultáneamente dos escuelas de pensamiento sobre el tema de la soberanía, que anticipan, igualmente, el concepto de soberanía: la tradición del derecho natural y la tradición realista (o historicista) de la teoría del Estado.
En la escuela del derecho natural, desde Grotius a Althusius y desde Tomasius a Puffendorf, se bajó a la realidad de los procesos administrativos e institucionales. El proceso no se orienta hacia la cima del Estado y el simple título de soberanía; al contrario, el problema de legitimación "comenzó a analizarse desde el punto de vista de una máquina administrativa que funcionaba mediante las articulaciones del ejercicio del poder. La soberanía comenzó a ser estudiada como un proceso administrativo que articulaba los antagonismos entre el Estado y la legitimación del poder; perseguía la unidad en la dialéctica del poder desde la dinámica de la historia; es decir, formas reales de administración. Se unifica la teoría de la soberanía con la teoría de la nación desde la historia. Soberanía trascendente bajada a las formas reales de administración.
Con Herder, más tarde, se apuntó exclusivamente al análisis de lo que e denominó una continuidad social cultural: la continuidad histórico real del territorio, la población y la nación. Herder sostuvo "que toda perfección humana, es en cierta forma, nacional. La identidad es concebida, de este modo, no como resolución de diferencias sociales e históricas, sino como producto de una unidad primordial. La nación es una figura completa de soberanía previa al desarrollo histórico; o mejor aún, no hay desarrollo histórico que no esté ya prefigurado en el origen. En otras palabras, la nación sostiene al concepto de soberanía afirmado que lo precede". "La nación se transforma, finalmente en la condición de posibilidad de toda acción humana y de la misma vida social".
El pueblo de la nación.- Sólo hasta finales del siglo XVIII y comienzos del XIX emergió cabalmente el concepto de soberanía nacional en el pensamiento europeo. Sieyes y Enmanuel Joseph, juegan un papel importante en cuanto a la interpretación del concepto de nación como un concepto político constructivo, un mecanismo constitucional. Más adelante se pensó que más que un constructo político, era una construcción espiritual. Dicho así había que pensarlo en términos de burguesía y de pueblo. Había que pensarlo con el nexo que se podía establecer entre el concepto de nación y el concepto de pueblo, esto fue novedoso. Como elemento adicional apareció el sojuzgamiento y la dominación.
Los autores, a todas estas, piensan cómo entender nación, cómo está hecha, cómo es un pueblo y cómo está hecho. El pueblo instituido como la base originaria de la nación. Esta concepción de pueblo es producto del Estado-nación, que sobrevive dentro de un contexto ideológico específico.
El concepto de pueblo es muy diferente del de la multitud. El pueblo es uno, posee una voluntad, se le atribuye una acción; nada de esto puede decirse propiamente de la multitud. "El pueblo gobierna en todos los gobiernos. El rey es el pueblo, dice Hobbes. La multitud es una multiplicidad, un plano de singularidades, un juego abierto de relaciones, que no es homogéneo o idéntico a sí mismo y sostiene una relación indistinta, inclusiva, con aquellos que están fuera de ella. El pueblo, en contraste, tiende a homogeneizarse e identificarse internamente mientras sostiene sus diferencias con aquellos que permanecen fuera de el, excluyéndolo. Mientras la multitud es una relación constituyente inclusa, el pueblo es una síntesis constituida que ya está preparada para la soberanía. El pueblo provee una única voluntad y acción, que es independiente y está a menudo en conflicto con las diversas voluntades y acciones de las multitudes. Cada nación debe transformar a la multitud en pueblo".
Los conceptos de nación, raza y pueblo nunca están separados. "La construcción de una diferencia racial absoluta es el terreno esencial para la concepción de una identidad nacional homogénea".
"La segunda operación fundamental en la construcción del pueblo es el eclipse de la concepción de un grupo, raza o clase homogénea. Lo representativo, que se alza, es el concepto de nación. La nación quiere significar unidad, se asienta en el interés general. "El orden social presupone... la unidad de los fines y la concertación de los medios". En la construcción de la nación el pueblo es inevitable, está implícito.
El concepto de soberanía se presenta y se sustenta en el período romántico como la suma, la construcción de la identidad nacional y esto garantiza, legitima, refuerza el derecho y poder de la unidad. "La identidad, es decir, la esencia espiritual del pueblo y de la nación, impregna territorios con sentidos culturales; una historia compartida y una comunidad lingüística; consolidada sobre todo en una clase, en un mercado estable. Esto es lo que da un cambio en el concepto de soberanía. Una experiencia unitaria de un sujeto-nación con su imaginario comunitario.
Nacionalismo Subalterno.- Todo lo que se dijo en el apartado anterior se enfoca a Europa. Ahora se trata de pensar el nacionalismo fuera de Europa, los dominados. Para los dominados es éxtasis, arma para el cambio, la revolución.
El nacionalismo subalterno se define en dos funciones primarias, ambiguas. El más importante: "La nación aparece como progresista en tanto sirve como línea de defensa contra la dominación de naciones más poderosas y fuerzas externas económicas, políticas e ideológicas." Las luchas anticolonialistas utilizaron el concepto de nación como arma para derrotar y expulsar al ocupante enemigo; las políticas antiimperialistas erigieron muros nacionales para destruir las fuerzas abrumadoras del capitalismo foráneo. En este lugar el concepto de nación sirvió como ideología (como arma ideológica) para detener el discurso dominante "que consideraba a los pueblos y culturas dominados como inferiores; el reclamo de la nacionalidad afirmó la dignidad del pueblo y legitimó la demanda de independencia e igualdad". Esto ha tenido su lado oscuro que consiste en ser ella misma (la resistencia) un poder dominante que ejerce una opresión interna igual y opuesta, reprimiendo las diferencias y oposiciones interiores en nombre de la identidad nacional, la unidad y la seguridad. "En segundo lugar, la nación aparece como progresista en tanto instituye la comunidad de una comunidad potencial. Parte de los efectos "moderinizantes" de la nación en los países subordinados ha sido la unificación de diversos pueblos, derribando barreras religiosas, étnicas, culturales y lingüísticas." Unificación de países como Indonesia, China, Brasil, por ejemplo. En el caso de diásporas poblacionales la nación suele ser el único concepto posible bajo el cual imaginar la comunidad del grupo subalterno (la nación latina, por ejemplo, en América del norte).
Banedict Anderson dice que la nación suele ser el único concepto posible bajo el cual imaginar la comunidad y entenderla como una comunidad imaginada, pero igualmente posee su lado oscuro, pues hay una sobrecodificación como nación en donde la multiplicidad y singularidad de la multitud son negadas en la camisa de fuerza de la identidad y homogeneidad del pueblo.
Totalitarismo del Estado-nación. Su nueva dinámica. El paso de la soberanía moderna hacia la soberanía nacional y su articulación a la forma capitalista. Surge la apoteosis nacional-socialista del concepto moderno de soberanía nacional. Nacionalismo y socialismo van de la mano en Europa. La nacionalidad como elemento fundamental de la modernización. Nacionalidad como comunidad de carácter y el desarrollo capitalista entendido como sociedad en cuya dialéctica emergía el proletariado y su progresiva hegemonía en la sociedad. Programa que ignoraba que el concepto Estado-nación no es divisible sino orgánico, no trascendental pero trascendente, e incluso en su trascendencia está construido para oponerse a cada tendencia por parte del proletariado para apropiarse de espacios sociales y riqueza social.
"Cuando en medio de la guerra fría se introduce el concepto de totalitarismo en la ciencia política, sólo tocó elementos extrínsecos de la cuestión. En sus formas más coherentes el concepto de totalitarismo fue usado para denunciar la destrucción de la esfera pública democrática", los extremos nacionalismo racista, la negación de las fuerzas del mercado. "El totalitarismo (nacionalismo) no sólo consiste en totalizar los efectos de la vida social y subordinarlos a una norma disciplinaria total, sino en la negación de la misma vida social, la erosión de sus cimientos, y la extirpación teórica y práctica de la misma posibilidad de existencia de la multitud. Lo totalitario es la fundación orgánica y la fuente unificada de la sociedad y el estado. La comunidad no es una creación colectiva dinámica sino un mito primordial fundacional. Una noción originaria del pueblo instituye una identidad que homogeniza y purifica la imagen de la población mientras bloquea las interacciones constructivas de las diferencias existentes al interior de la multitud".
2.3. La dialéctica de la soberanía colonial.-
Aquí los autores se proponen la genealogía del concepto de soberanía desde lo que se entiende por colonialismo. "La crisis de la modernidad ha tenido desde el principio una íntima relación con la subordinación racial y la colonización. La noción del Otro, lo diferente de Europa". La oposición dialéctica a la modernidad europea, como el doble necesario.
La humanidad es una y muchas.- El amor a las diferencias y la creencia en la libertad universal y la igualdad de la humanidad, propias del pensamiento revolucionario del humanismo renacentista.
Hay tres expresiones del utopismo: Bartolomé de las Casas, Toussaint L'Ouverture y Karl Marx.
Bartolomé de las Casas, contempló horrorizado la barbarie de los conquistadores y colonizadores, la esclavización y el genocidio de los amerindios. Los conquistadores vieron al nativo como el irrevocable Otro, menos que humanos, o al menos subordinados naturalmente a los europeos. Las Casas se separa de esta corriente general de opinión para insistir sobre la humanidad de los amerindios y responder a la brutalidad de los gobernantes españoles. Su protesta: la humanidad es una e igual. Igualdad pensada desde el punto de vista de la identidad. Los amerindios son iguales en naturaleza a los europeos, sólo en tanto potencialmente europeos, o, realmente, potencialmente cristianos: "La naturaleza de los hombres es la misma y todos son llamados por Cristo del mismo modo". Este pensamiento era consecuente con la visión eurocéntrica de las américas, "según la cual la mayor generosidad y caridad era poner a los amerindios bajo el control y tutela de la verdadera religión y su cultura. Los nativos eran europeos potencialmente no desarrollados". En este sentido las Casas perteneció al discurso de la perfectibilidad del salvaje. La libertad se lograba pasando por la conversión cristiana, lo que no lo aleja mucho de la Inquisición. "Reconoce que la humanidad es una, pero no puede ver que simultáneamente son muchas".
Toussaint L'Ouverture. A fines del siglo XVIII, el dominio europeo había cambiado en América. Se daba una producción esclavista en gran escala; un esclavo negro, Toussaint L'Ouverture condujo la primera lucha independentista exitosa contra la esclavitud moderna en la colonia francesa de Saint Dominique (actualmente Haití), alimentado por la retórica de la Revolución Francesa. "Si los revolucionarios franceses opuestos al ancien régime proclamaron el derecho humano universal a la 'liberté, egalité et fraternité', Toussaint asumió que los negros, mulatos y blancos de la colonia estaban incluidos también bajo el amplio paraguas de los derechos de los ciudadanos. Él tomó la victoria sobre la aristocracia feudal y la exaltación de los valores universales en Europa para incorporar también a la victoria sobre la 'aristocracia de raza' y la abolición de la esclavitud. Todos debían ser ahora ciudadanos libres, hermanos iguales en la nueva república francesa. Su actitud demostró cómo los líderes de la revolución traicionaron los principios que afirmaban levantar como los más claros. Según Aimé Césaire, Toussaint L'Ouverture empujó el proyecto hacia adelante, al terreno "que separa al pensamiento único de la realidad concreta; al derecho de su actualización; a la razón de su verdad". Toussaint tomó al pie de la letra la declaración de los Derechos del Hombre, e insistió en su traslado a la práctica.
Karl Marx, siglo XIX, reconoció el potencial utópico de los crecientes procesos de interacción y comunicación global; como las Casas, Marx estaba horrorizado por la brutalidad de la conquista y explotación europea. El capitalismo nació en Europa mediante la sangre y el sudor de los pueblos no europeos conquistados y colonizados: "La velada esclavitud de los asalariados de Europa requiere de la esclavitud no calificada del Nuevo Mundo como su pedestal" (citado por los autores). "Como Toussaint, Marx reconoció la libertad humana como un proyecto universal a ser realizado mediante la práctica del cual no debía excluirse a ninguna población".
En Marx, esta vena utópica es ambigua, más que el de los dos casos citados. Su postura frente al gobierno británico en la India. El mal británico con su imperialismo, pero al mismo tiempo el mal de la India con su regreso a lo tradicional, igualmente despótico. Frente a esto imagina una tercera alternativa y esta es imaginar el mismo camino que la sociedad europea ya había imaginado. "Marx no conocía las diferencias de la sociedad India, los distintos potenciales que contenía", por esto veía el pasado indio como vacante y estático. La cuestión aquí es que Marx no podía concebir la historia fuera de Europa sólo como moviéndose estrictamente a lo largo del camino ya recorrido por la propia Europa. Marx escribió: "Inglaterra debe cumplir una doble misión en la India, una destructiva, la otra regeneradora -la aniquilación de la vieja Sociedad Asiática; y establecer las bases materiales de la sociedad Occidental en Asia". La India sólo podía progresar si se transformaba en una sociedad Occidental.
La crisis de la esclavitud colonial.- La producción en plantaciones a gran escala con trabajo esclavo fue iniciada en el Caribe a mediados de siglo XVII, por plantadores ingleses y franceses, quienes importaron esclavos africanos para llenar el vacío dejado por los pueblos nativos muertos por las armas y las enfermedades de los europeos. Para finales del siglo XVIII, los productos del trabajo esclavo de las américas constituía un tercio del valor comercial europeo. Aunque la ideología del capital sea antitética a la esclavitud, en la práctica el capital no sólo subsumió y reforzó sistemas de esclavitud en una escala sin precedentes, particularmente en las américas. Fue este trabajo esclavo un pedestal de superexplotación sobre el cual se afirmó el capitalismo europeo. Sólo cuando las fuerzas esclavas se rebelaron y desafiaron el poder, fue cuando se volvió insostenible el sistema de producción esclavista. "En otros términos: la esclavitud no fue abandonada por razones económicas, sino derribada por fuerzas políticas”.
La producción de alteridad.- La construcción negativa de Otros no europeos es finalmente lo que funda y sostiene la misma identidad europea. El colonialismo maneja figuras de alteridad. Esta identidad colonial funciona mediante una lógica maniquea. Los colonizados son excluidos de los espacios europeos no sólo en términos físicos y territoriales, y no sólo desde el punto de vista de derechos y privilegios, sino desde el punto de vista de pensamiento y valores; son arrojados de los valores europeos: no podemos razonar con ellos; no pueden controlarse a sí mismos; no respetan el valor de la vida humana; sólo entienden la violencia.
La alteridad no es dada, es producida, es creada; se le define como nombre; crea su propio discurso en el despliegue del propio discurso; por lo mismo homogeniza, por ejemplo, los orientales son iguales en todas partes, se esencializan, es decir, son identidades intemporales, inmodificables; un objeto del discurso europeo y exportado a Oriente. "La representación es simultáneamente una forma de creación y una forma de exclusión".
"Entre las disciplinas académicas involucradas en esta producción cultural de alteridad, la antropología fue tal vez la rúbrica más importante a Europa y exportado desde Europa (...) Tanto en su versión académica como en sus formas populares la antropología del siglo XIX presentó a los sujetos y culturas no europeas como versiones sin desarrollo de los europeos y su civilización: eran signos primitivos que representaban estadios en el camino a la civilización europea". Esta visión legitimó así el proyecto colonialista en conjunto. Se imponían modelos y lógicas coloniales europeas sobre la realidad India; como ocurrió con la construcción historiográfica; los administradores británicos debieron escribir su propia historia de la India.
La dialéctica del colonialismo.- La representación colonialista, la construcción de un Otro colonizado y separado y la segregación de identidad y alteridad estaban relacionados absoluta e íntimamente. El proceso consiste en dos elementos dialécticamente relacionados. "En el primer momento debe extremarse la diferencia". El colonizado es un otro expulsado del reino de la civilización. "Los esclavistas del siglo XVIII, por ejemplo, reconocían claramente lo absoluto de esta diferencia"; el negro es entendido o producido como otro: "El negro es una cosa, cuya naturaleza y disposiciones son sólo diferentes de las de los europeos, sino que son el reverso de ellos. La bondad y la compasión excitan en sus pechos un odio implacable mortal; pero los insultos y los azotes les generan gratitud, afecto y una afición inviolable", según un panfleto abolicionista. Los sujetos no europeos actúan, hablan y piensan en una manera exactamente opuesta a los europeos.
"Una vez que el sujeto colonial el construido como un otro absoluto, puede entonces ser subsumido (anulado e integrado) dentro de una unidad más elevada". La identidad del yo europeo se produce en este movimiento dialéctico. Lo que primero apareció como simple lógica de exclusión, luego aparece como una dialéctica negativa de reconocimiento; esa identidad colonizada negativa es negada a su vez, para fundar el yo europeo, colonizador positivo.
"El colonialismo homogeniza diferencias sociales reales mediante la creación de una oposición prevalente que empuja las diferencias hacia lo absoluto y luego subsume la oposición bajo la identidad de la civilización europea. No es la realidad la que es dialéctica, sino el colonialismo."
El boomerang de la alteridad.- Momento de la negatividad. Fuerza que se oponga a la fuerza o afirmación de la esencia de ser el otro, afirmación fuerte de la identidad.
Pero esta estrategia de la negatividad debe moldearse de una forma no dialéctica y en términos más políticos que culturales: conciencia de identidad. Así como se utilizó la violencia del colonizador sobre el colonizado, se revierte entonces respuesta igualmente violenta desde el colonizado sobre el colonizador. F. Fanon no recomienda que los colonizados huyan o eviten la violencia, una contraviolencia recíproca, único camino para la liberación. "El esclavo que nunca lucha por su libertad, que sólo busca el permiso del amo, será esclavo siempre". Esto abre el terreno para la política.
El regalo envenenado de la liberación nacional.- El nacionalismo subalterno ha cumplido las siguientes funciones como arma defensiva empleada en la protección del grupo contra la dominación externa como un signo de unidad, autonomía y poder de la comunidad. El nacionalismo también como vehículo necesario para la modernización política; y por lo tanto el camino ineludible hacia la libertad y la autodeterminación.
Pero esta soberanía nacional está acompañada de poderosas estructuras de dominación interna. Los nuevos grupos soberanos están atados a la burguesía; termina en jerarquías del mercado internacional-mundial. Se erigen estructuras de dominación doméstica.
Contagio.- Se abren procesos de colonización desde la enfermedad, los colonizados siempre están enfermos, corrompidos; su enfermedad es contagiosa; contaminación física y moral; se los civiliza para llevarles la salud.
La enfermedad de los territorios coloniales es también la sobreabundancia de vida frente al ambiente estéril del europeo. El los territorios coloniales todo se sale de la medida, es vida sin sujeciones; el intercambio es ilimitado. Hay un complejo juego de flujos y límites higiénicos entre la metrópoli y la colonia. Los procesos contemporáneos de globalización han derribado muchos de los límites del mundo colonial. El lado oscuro de la ciencia, de la globalización, dada la ansiedad por el contacto aumentado, miedo al contagio. ¿Cómo prever la diseminación de la enfermedad y la corrupción? ¿Pandemia del SIDA? Se dice que el contagio viene de África, Haití.
2.4. Síntomas del pasaje
El paradigma de la soberanía imperial. En este nuevo pasaje, qué es lo que constituye el imperio.
Políticas de diferencia.- Los autores se ocupan aquí, primero de las formas de soberanía. El mundo de la soberanía moderna es un mundo maniqueo, dividido en oposiciones binarias que definen el yo y el Otro, blanco y negro, adentro y afuera. El pensamiento posmoderno desafía precisamente esta lógica binaria de la modernidad. En el contexto de las teorías posmodernistas, la hibrides y ambivalencia de nuestras culturas y nuestros sentidos de pertenencia parecen desafiar la lógica binaria del yo y el Otro. Similarmente, la insistencia posmodernista en la diferencia y la especificidad desafía el totalitarismo de los discursos y las estructuras de poder universalizantes; la afirmación de las identidades sociales fragmentadas aparece como un medio para contestar a la soberanía del sujeto moderno y el Estado-nación moderno, junto con todas las jerarquías que implican. Lo posmoderno es un ataque al Iluminismo.
Pero qué es exactamente el Iluminismo o modernidad, desde la perspectiva posmoderna. La modernidad no es uniforme, homogénea, está constituida por dos tradiciones distintas y conflictivas. "La primera tradición es aquella iniciada por la revolución del humanismo renacentista, desde Duns Scotus hasta Spinosa, con el descubrimiento del lugar de la inmanencia y la celebración de la singularidad y la diferencia. La segunda tradición, el Termidor de la revolución renacentista, buscó controlar las fuerzas utópicas de la primera mediante la construcción y mediación de dualismos, arribando finalmente al concepto de soberanía moderna, como solución promisoria". Es un ataque a la dialéctica de la soberanía moderna. Son las voces de los desplazados, los marginados, los explotados y los oprimidos.
"Los teóricos posmodernistas de las relaciones internacionales se esfuerzan en desafiar la soberanía de los Estados deconstruyendo los límites de los poderes gobernantes, subrayando los movimientos y flujos internacionales irregulares y descontrolados". Apuntan hacia la posibilidad de una política global de diferencias, una política de flujos desterritorializados a través de un mundo plano, liberado de estriaciones rígidas de las fronteras estatales. Las políticas posmodernistas de las diferencias no sólo son ineficaces contra el mando imperial, sino que incluso apoyan y coinciden con sus funciones y sus prácticas. Tienen más la mirada hacia atrás, en las estructuras de poder de la modernidad y no en las del presente imperial.
Liberación de los híbridos, o más allá de los binarios coloniales.- Los estudios coloniales. Se centran, los autores, en Homi Bhabba y las divisiones binarias; el proyecto poscolonial que rechaza las divisiones binarias."El mundo no está dividido en dos y segmentado en campos opuestos (centro versus periferia, Primer Mundo versus Tercer Mundo), sino que está, y siempre lo estuvo, definido por innumerables diferencias parciales y móviles" Bhabba también rechaza las teorías de la totalidad y las teorías de la identidad, la homogeneidad y el esencialismo de los sujetos sociales. Es una teoría no-dialéctica. Las naciones y las identidades sociales nunca han sido comunidades imaginadas realmente coherentes; la imitación que hace el colonizado del discurso del colonizador rearticula toda noción de identidad y la aliena de su esencia; las culturas son siempre parciales e hibridas. El proyecto político poscolonial, entonces, es afirmar la multiplicidad de las diferencias de modo de subvertir el poder de las estructuras binarias gobernantes. El poder, o las fuerzas de opresión social, funcionan imponiendo estructuras binarias y lógicamente totalizantes sobre subjetividades sociales, reprimiendo sus diferencias. Sin embargo estas estructuras opresivas nunca son totales, y las diferencias siempre se expresan por alguna vía (mediante la imitación, la ambivalencia, la hibridación, las identidades fracturadas, etc.).
Entonces se dan las comunidades de los sin "hogar", un nuevo internacionalismo, una reunión del pueblo en la diáspora. "La afirmación de la diferencia y la hibridación en sí misma, según Bhabba, una afirmación de comunidad". Él cree que las semillas de la comunidad alternativa germinan en la proximidad de la cultura localista, su hibridez y sus resistencias a la estructura binaria de las jerarquías sociales.
Los poscolonialistas, como los posmodernistas permanecen fijados en atacar una forma antigua de poder, proponiendo una estrategia de liberación que sólo puede ser efectiva en el viejo terreno y no en el nuevo terreno que es el del Imperio.
Fundamentalismo y/o posmodernismo.- Auge de los fundamentalismos; agrupa fenómenos muy dispares; son movimientos antimodernistas; resurgimiento de identidades y valores primordiales; estás constituidos como una especie de retroceso histórico, una demodernización; es un fuerte rechazo del pasaje histórico contemporáneo en curso, síntoma del pasaje al Imperio; hay un fanatismo religioso violento e intolerante que, sobre todo es "anti-occidente". Estos fundamentalismos que se unifican en el hecho de oponerse resueltamente a la modernización y a la modernidad; ubican textos sagrados en el centro de las constituciones políticas, y líderes religiosos, tanto sacerdotes como juristas, en posiciones de poder político. También en términos de roles de género, estructuras familiares y formas culturales; una norma religiosa tradicional, inmodificable, se alza comúnmente frente a las normas seculares progresivamente cambiantes de la modernidad. Propone una sociedad estática y religiosa. Se separa de los flujos globales de la modernidad, recrean un mundo premoderno.
En el mundo cristiano fundamentalista se recrea una familia nuclear estable y jerárquica, que se imagina como existente en una era previa, y por ello sus cruzadas se orientan continuamente contra el aborto y la homosexualidad; su proyecto es establecer una supremacía blanca y patriarcal.
Estos fundamentalismos se basan en ilusiones históricas, tratan de reconstruir un pasado marginado tras la lente, una imagen ficcional proyectada en el pasado, construida retrospectivamente a través de la lente de los miedos y ansiedades contemporáneas.
En los dos casos, islamismo y cristianismo fundamentalistas, el "retorno a la tradición" es realmente una nueva invención; en este sentido son proyectos posmodernos, reconocido por su rechazo de la modernidad en tanto arma de la hegemonía Europea Americana. Lo novedoso en el resurgimiento contemporáneo del fundamentalismo es, realmente, el rechazo de los poderes emergentes del nuevo orden imperial.
El discurso posmoderno y fundamentalista se alza en muchos aspectos en oposición: hibridación versus pureza, diferencia versus identidad, movilidad versus éxtasis; pero los dos e alzan contra una misma situación, desde polos opuestos. Los discursos posmodernistas se dirigen principalmente a los ganadores del proceso de globalización; mientras que los discursos fundamentalistas se dirigen a los perdedores. En otras palabras, las tendencias globales hacia la movilidad aumentada, la indeterminación y la hibridez son experimentadas por algunos como una forma de liberación, pero por otros por una exacerbación de sus sufrimientos.
La ideología del mercado global.- Caros son los posmodernistas, los poscolonialistas a la ideología del mercado mundial, a la ideología del capital. La ideología del mercado mundial ha sido siempre el discurso antifundacional y antiesencialista por excelencia. Circulación, movilidad, diversidad y mezcla son sus verdaderas condiciones de posibilidad. El comercio junta las diferencias (de mercancías, poblaciones, culturas, etc.); ataca los límites fijados: arrolla cualquier división binaria con sus infinitas multiplicidades. Decostruye los límites del Estado-nación. En un período previo, los Estados-nación fueron los factores principales en la organización imperialista moderna de la producción e intercambio global, pero para el mercado mundial aparecen como meros obstáculos. Redes globales de poder que consisten en estructuras altamente diferenciadas y móviles; declinan las fronteras nacionales; la economía nacional ha ido perdiendo su sentido. "El mercado mundial establece una verdadera política de diferencias"; siguiendo a Arjun Appadurai estas diferencias no juegan libremente a lo largo de un espacio global plano sino que son regimientos en redes globales de poder consistentes en estructuras altamente diferenciadas y móviles donde no se ven sino paisajes: paisajes financieros, técnicos, étnicos, etc., donde hay fluidez e irregularidades por un lado; por otro lado indican puntos en común formales entre dominios tan diversos como finanzas, cultura, mercancías, demografías.
Las prácticas de mercadeo y consumo de los consumidores son un terreno ideal para desarrollar el pensamiento posmodernista con su énfasis en conceptos tales como diferencia y multiplicidad, su celebración del fetichismo y el simulacro, su fascinación continua con lo nuevo y la moda- es una descripción excelente de los esquemas capitalistas ideales de consumo de mercancías, proporcionando con ello perfectas estrategias de mercadeo. "El mercado es una práctica basada en las diferencias, y cuantas más diferencias estén dadas, más estrategias de mercado pueden desarrollarse. Aún las poblaciones más híbridas y diferenciadas presentan un número proliferante de 'objetivos de mercadeo' a los que pueden dirigirse estrategias de mercado específicas -una para varones latinos homosexuales de entre dieciocho y veintidós años, otra para niñas adolescentes chino-americanas, etc. El mercado posmodernista reconoce las diferencias de cada mercancía y de cada segmento poblacional, acomodando a esto sus estrategias. Cada diferencia es una oportunidad."
Lo esencial para la administración posmoderna es que las organizaciones sean móviles, flexibles y capaces de tratar con la diferencia. Al interior las corporaciones transnacionales son ellas mismas mucho más diversas y fluidas culturalmente que las corporaciones modernas parroquiales de los años previos. "(L)os gurú contemporáneos de la cultura corporativa, empleados por los administradores como consultores y planificadores estratégicos, predican la eficiencia y beneficios de la diversidad y el multiculturalismo dentro de las corporaciones". No se excluye al otro por género o raza. Las corporaciones buscan incluir la diferencia dentro de su ámbito, y de esta manera maximizar la creatividad, el libre juego y la diversidad en el lugar del trabajo corporativo. Se deben dar cambios inesperados para evitar la rutina. "Se administra la diversidad". La producción se organiza en redes flexibles e híbridas.
Comisiones de la verdad.- Hay alivio, pero también grandes desórdenes. El desafío epistemológico posmodernista al "iluminismo" -su ataque a las narrativas maestras y su crítica a la verdad- pierden su aura liberadora. Ahora bien, por otro lado, hace pública las verdades del proyecto iluminista y su crítica en contextos de poderes mistificadores y represivos.
"En nuestro presente mundo imperial, el potencial liberador de los discursos posmodernistas y poscoloniales (...) sólo resuena con la situación de una población de elite que disfruta de ciertos derechos, un cierto nivel de riqueza, y una cierta posición en la jerarquía global".
"Diferencia, hibridez, y movilidad no son liberadoras en sí mismas, pero temprano lo son la verdad, la pureza y el éxtasis. La práctica real se refiere al nivel de producción de la verdad. La movilidad y la hibridez no son liberadoras, pero tomar el control de la producción de la movilidad y el éxtasis, pureza y mezclas sí lo es".
El pobre.- El único nombre común es "el pobre". El común denominador, la fundación de la multitud. Los posmodernos no adoptan esta figura en sus teorizaciones. El pobre es un sujeto transversal, omnipresente, diferente y móvil. No apunta a ninguna trascendencia; estás aquí y ahora, sólo en este mundo; es dios en la tierra, es una figura de la producción. Subyugados y deseantes. Indispensable su presencia en la producción de riqueza, riqueza para otros.
2.5. Poder en cadena: la soberanía de U.S.A y el nuevo Imperio.
La revolución americana y el modelo de dos Romas.- Una idea inmanentista extraordinariamente secular. Es una idea que descubre el humanismo revolucionario del Renacimiento. El poder constituido por una serie de poderes que se regulan a sí mismos y se disponen en redes. No se niega la Unidad, se la subordina al movimiento creativo de la multitud.
"En contra de las concepciones europeas modernas de la soberanía, que consignaban el poder político a un reino trascendente, enajenado y alienado con esto las fuentes de poder de la sociedad, aquí (en América del Norte) el concepto de soberanía se refiere a un poder que está por completo dentro de la sociedad. Por ello la política no se opone sino que se integra y completa a la sociedad".
Imperio extensivo.- Qué es lo que hace tan particular a E.U. La primera característica es la noción de soberanía que incorpora la idea de inmanencia del poder en oposición al carácter trascendente de la soberanía europea moderna. Esta idea de inmanencia se basa en una idea de productividad. La productiva es la multitud que constituye la sociedad. No consiste en la regulación de la multitud, sino que surge como resultado de los sinergismos productivos de la multitud. El poder no es algo que se impone sobre nosotros sino algo que creamos; el poder de la multitud para construir sus propias instituciones políticas y construir la sociedad. La segunda característica es la experiencia de finitud resultante de la misma naturaleza conflictiva y plural de la multitud. El nuevo principio de soberanía parece producir su propio límite interno. La tercera característica de esta noción de soberanía es su tendencia hacia un proyecto abierto, expansivo, operando en un terreno sin límites; estás abierto a movimientos expansivos, a la declaración renovada de los cimientos democráticos del poder. "El principio de expansión lucha continuamente contra las fuerzas del control y la limitación". El conflicto entre límite y expansión se resuelve siempre a favor de la expansión. Se estimula a la multitud a sobrepasar cada límite y cada control. "Sin expansión, la república se arriesga constantemente a ser absorbida por un ciclo de corrupción". Todo el cuerpo soberano es reformado continuamente; expansividad que es inclusiva, no exclusiva; no anexa o destruye a los otros poderes que enfrenta, sino que, por el contrario, se abre a ellos, incluyéndolos en la red.
La idea de soberanía como un poder expansivo en redes se ubica en la bisagra que enlaza el principio de una república democrática con la idea de Imperio. "El Imperio sólo puede concebirse como una república universal, una red de poderes y contrapoderes estructurados en una arquitectura inclusiva y sin límites". Redes de poder, lo que se consolida aquí.
La soberanía moderna, que se desarrolló en Europa desde el siglo XVI en adelante, concibió el espacio como cercado, y sus fronteras siempre guardadas por la administración soberana. La soberanía moderna reside en el límite. En contraste con la concepción imperial donde el poder halla siempre la lógica de su orden renovada y recreada en la expansión.
Tiene sus paradojas: la indiferencia de los sujetos asociada con la singularización de las redes productivas; el espacio siempre abierto y expansivo del Imperio junto con sus continuas reterritorializaciones.
Fronteras abiertas.- El problema de las fronteras, su expansión, la negación de los indios, su exclusión de la constitución, no dependieron del trabajo de los indios, sin embargo dependieron del trabajo de los negros que fueron incluidos pero no igualitariamente; ni totalmente incluidos ni totalmente excluidos.
Cuando el poder corre hacia los límites espaciales se ve obligado a volverse sobre sí mismo.
Imperialismo Americano.- La doctrina Monroe; James Monroe, 1823, creada para defender a E.U del colonialismo europeo: los continentes americanos libres e independientes "no serán ya considerados como sujeto de futuras colonizaciones por una potencia europea". Los E.U. asumieron el papel de protectores de todas las naciones americanas en contra de la agresión europea. Teodoro Rossvelt, reclama para los E.U. "un poder de policía internacional". Aquí los gérmenes del imperialismo. Sus intervenciones en los demás países no se deben considerar en término simple de defensa contra la agresión europea.
Posteriormente viene la Guerra Fría, signada por la tentación imperialista. Proteger a países de todo el mundo del comunismo, o más exactamente, del imperialismo soviético). E.U., se involucra en Vietnam, pináculo de la tendencia imperialista.
Más allá de la Guerra Fría.- Se presenta E. U. como la única potencia capaz de administrar la justicia internacional, no en función de sus propios motivos nacionales sino en nombre del derecho global, pero diferente; a su modo su reclamo de universalidad es falso, falso de un modo nuevo. "La policía mundial de E. U. actúa no por interés imperialista, sino por interés imperial, para un nuevo orden mundial como lo anuncia Bush.
"Sin embargo, la legitimación del nuevo orden imperial no puede basarse en la mera efectividad de la sanción legal y la fuerza militar para imponerla. Debe desarrollarse mediante la producción de normas jurídicas internacionales que sostengan el poder del actor hegemónico de un modo legal y durable".
Las organizaciones internacionales le piden a E. U. que asuma el papel imperial en el nuevo orden mundial. En todos los conflictos regionales de final del siglo XX, los E.U. son llamados a intervenir militarmente. Esta es tal vez una de las características centrales del Imperio. Los E. U. como la policía de la paz.
2.6. Soberanía imperial
El "adentro" y el "afuera" en el Imperio ya no existe.
Mirémoslo desde la historia y de la filosofía; desde Kant hasta Foucault, a la pregunta "¿qué es el Iluminismo?", Kant aporta la clásica caracterización modernista del Iluminismo: Sapere aude = atreverse a conocer, emergiendo del actual estado de "inmadurez", y festejando el uso público de la razón en el centro del reino social. La versión de Foucault, cuando la ubicamos históricamente, no es realmente muy diferente; su respuesta insiste otra vez en la necesidad de montarse a horcajadas del límite que une lo tradicionalmente considerado el "interior" de la subjetividad y el "exterior" de la esfera pública. Aun cuando en los términos de Foucault, la división está invertida de modo de dividir el "interior" del sistema del "exterior" de la subjetividad.
"Foucault añade otra línea de interrogante que procura ir más allá de los límites de la concepción moderna de la esfera pública". Foucault dice: "Lo principal... es esto: ¿Cómo puede desconectarse el crecimiento de las capacidades de la intensificación de las relaciones de poder?" Según Foucault esta nueva tarea requiere un nuevo método: "Debemos movernos más allá de la alternativa afuera-adentro". Su postura es tradicional. En esta ida y vuelta entre interior y exterior, la crítica de la modernidad no puede ir más allá de sus términos y límites, sino quedarse instalada en sus bordes. El afuera constituido desde adentro.
Ya no hay afuera.- La configuración espacial adentro y afuera, característica fundacional del pensamiento moderno. En el pasaje de lo moderno a lo posmoderno, y del imperialismo al Imperio, hay cada vez menos distinción entre adentro y afuera. Se le observa en la noción de soberanía. La soberanía moderna ha sido concebida por lo general en términos de un territorio (real o marginado) y la relación de dicho territorio con su exterior. Teóricos como Rousseau, como Hobbes, entendieron el orden civil como espacio interior y limitado que se opone o contrasta con el orden externo de la naturaleza. El espacio limitado del orden civil, su lugar, es definido por su separación de los espacios externos de la naturaleza. En el orden de lo sociológico, los teóricos de la sociología moderna entienden las conductas, las pasiones, los instintos y el inconsciente, metafóricamente en términos espaciales como un afuera dentro de la mente humana, una continuación de la naturaleza ubicada dentro de nosotros. Aquí la soberanía del yo se basa en una relación dialéctica entre el orden natural de las conductas y el orden civil de la razón y la conciencia. Desde el discurso antropológico las sociedades primitivas funciona como el afuera que define los límites del mundo civil. En estos procesos se trata siempre, entonces, de la internalización del afuera, es decir, la civilización de la naturaleza.
En el mundo imperial esta dialéctica de la soberanía entre el orden civil y el orden natural ha llegado a su fin. Jameson dice: "Posmodernismo es lo que tenemos cuando el proceso de modernización se ha completado y la naturaleza se ha ido, para bien". Las fuerzas exteriores no son entendidas como originales e independientes del artificio del orden civil. Todos los fenómenos y fuerzas son artificiales. La dialéctica moderna del adentro y el afuera ha sido reemplazada por un juego de grados de identidad, de hibrides y artificialidad. Los espacios públicos de la sociedad moderna, que constituyen el lugar de la política liberal, tienden a desaparecer en el mundo posmoderno. De acuerdo con la tradición liberal, el individuo moderno, en su hogar, en sus espacios privados, considera lo público como afuera. El exterior es el lugar adecuado para la política, donde la acción del individuo se expone a la presencia de otros y busca reconocimiento. En lo posmoderno tales espacios públicos están siempre privatizados. El paisaje urbano está combinado, desde el foco moderno sobre la calle común y el encuentro público, hacia los espacios cerrados de los Malls, las autopistas y los barrios privados; interiores protegidos que promueven el aislamiento antes que la interacción o comunicación. Hay entonces carencia de política. En la sociedad imperial el espectáculo es un lugar virtual, o más exactamente, un no-lugar de la política. El espectáculo es al mismo tiempo unificado y difuso, de modo que resulta imposible distinguir todo interior del exterior-lo natural de lo social, lo privado de lo público-.
Tampoco, en el sentido militar, hay un afuera. "Cuando Francis Fukuyama sostuvo que el pasaje histórico contemporáneo está definido con el fin de la historia, quiso decir que la era de los grandes conflictos había finalizado: el poder soberano ya no confrontaría más sus Otros ni miraría hacia su exterior, sino que se expandiría progresivamente más allá de sus fronteras para abarcar a la totalidad del planeta como su propio dominio". Lo que se daría serían espacios y tiempos de conflictos menores internos.
Los binarios que definieron al conflicto moderno se han desvanecido. El otro que podía delimitar un yo soberano moderno se ha vuelto indistinto y fracturado, y ya no hay afuera que pueda demarcar el lugar de la soberanía. El afuera era lo que daba coherencia a la crisis. Lo que hay ahora es enemigos menores y elusivos en todas partes.
Se recuerda aquí que el mercado capitalista es una máquina que siempre ha corrido contra toda división entre adentro y afuera. Le molestan las barreras y exclusiones; prospera inversamente al incluir cada vez más dentro de su esfera. No hay afuera para el mercado mundial: todo el mundo es su dominio.
El espacio de la modernidad es estriado, en un juego dialéctico con sus exteriores. En contraste, el espacio de la soberanía imperial es liso, cruzado por tantas líneas de falla donde aparenta ser un espacio continuo y uniforme. En este espacio liso del Imperio no hay un lugar de poder, está tanto en todas partes como en ninguna. Es una utopía, un no-lugar.
Racismo imperial.- Sigue vivo, ha cambiado de estrategias. Se pasa de una forma teórica dominante de racismo con prácticas de segregación centrada en diferencias biológicas, a otra basada en la cultura. En respuesta a esta posición teórica, el antiracismo de ahora se sitúa contra la noción de esencialismo biológico, e insiste que la diferencia entre razas está determinada por fuerzas sociales y culturales. Se opera sobre la creencia de que el constructivismo social nos liberará de la camisa de fuerza del determinismo biológico: si nuestras diferencias están determinadas social y culturalmente, entonces todos los humanos son, en principio, iguales, de un solo orden ontológico, de una sola naturaleza
"La teoría racista imperial sostiene que las razas no constituyen unidades biológicas aislables y que la naturaleza no puede ser dividida en razas humanas diferentes. También sostiene que el comportamiento de los individuos y sus habilidades y aptitudes no son resultado de su sangre o sus genes, sino que se deben su pertenencia a culturas diferentes, históricamente determinadas". Así las diferencias no son fijas e inmutables sino efectos contingentes de la historia social.
Con mayor detenimiento, plantean los autores Hard y Negri. Etienne Balivar denomina el nuevo racismo como un racismo diferencializador, un racismo sin raza. La cultura es plástica y fluida: las culturas pueden cambiar históricamente y mezclarse para formar infinitos híbridos. Desde la teoría racista imperial, sin embargo, hay límites rígidos para la flexibilidad y la compatibilidad de las culturas. "Las diferencias entre las culturas y las tradiciones son, en última instancia, insuperables". Es inútil, e incluso peligroso, permutar a las culturas, mezclarse (serbios y croatas, hutus y tutsis, afroamericanos y coreanoamericanos). Lo anterior instala un terreno fuerte para la separación y la segregación social.
Sin embargo, sigue siendo una postura teórico pluralista: todas las identidades culturales son iguales en principio. "Este pluralismo acepta todas las diferencias de quienes somos, en tanto aceptamos actuar sobre la base de dichas diferencias de identidad, en tanto actuemos nuestra raza. Por ello las diferencias raciales son contingentes en principio, pero muy necesarias en la práctica como marcadores de separación social".
Esto es pura segregación, no jerarquías. La teoría racista moderna instala una jerarquía entre las razas como condición fundamental para hacer necesario el racismo, la teoría imperial no dice nada, en principio, acerca de la superioridad e inferioridad de las diferentes razas o grupos étnicos. Ve eso como un asunto práctico, meramente contingente. En otros términos: la jerarquía racial es vista no como causa sino como efecto de las circunstancias sociales.
El racismo imperial, o racismo diferencial, integra a otros en su orden, y luego orquesta aquellas diferencias en un sistema de control. Las nociones fijas y biológicas de los pueblos tienden así a disolverse en una multitud amorfa y fluida, atravesada, por su supuesto, por líneas de conflicto y antagonismo, pero por nada que aparezca como límite fijo y eterno.
Sobre la generación y corrupción de la subjetividad.- Los autores expresan que la progresiva falta de distinción entre lo interior y exterior posee importantes implicaciones para la producción social de subjetividad. Una de las tesis centrales propuestas por la sociedad moderna, la teoría social moderna, es que la subjetividad no es pre-dada y original, sino que, al menos en cierto grado, es formada en el campo de las fuerzas sociales. En este sentido, la teoría social moderna ha eliminado progresivamente la noción de subjetividad presocial, asentando en su lugar la producción de subjetividad sobre el funcionamiento de las principales instituciones sociales, tales como las prisiones, la familia, la fábrica y la escuela. Se subrayan dos aspectos: primero, la subjetividad como un proceso social de generación constante. "Cuando su jefe lo llama en la tienda, o el profesor lo llama en el pasillo de la escuela, se ha formado una subjetividad. Las prácticas materiales, dispuestas para el sujeto en el contesto de la institución (arrodillarse para rezar o para cambiar cientos de pañales) son los procesos de producción de subjetividad. De un modo reflexivo, entonces, mediante sus propias acciones, el sujeto es representado, generado". "Segundo: las instituciones proveen por sobre todo un discreto lugar (el hogar, la capilla, el aula, la tienda) donde se representa la subjetividad". Las instituciones entonces son factoría de subjetividad. En el curso de una vida un sujeto entra y sale linealmente de estas diversas instituciones y es formado por ellas. La relación entre adentro y afuera es fundamental. Cada institución posee sus propias reglas y lógicas de subjetivización.
Pasando a la sociedad imperial, el primer aspecto de la condición moderna es aún el mismo, es decir, las subjetividades son aún producidas en la factoría social. "De hecho, las instituciones sociales producen subjetividad de un modo aún más intenso"; aquí lo que ha cambiado es la segunda condición: el lugar de producción de subjetividad ya no se define de este modo. "En otras palabras; la crisis significa que hoy los encierros que acostumbran a definir el espacio limitado de las instituciones se ha roto, de modo que la lógica que una vez funcionó principalmente dentro de las paredes institucionales se extiende ahora por todo el terreno social. Adentro y afuera se están volviendo indistinguibles". Las instituciones están en crisis, en el sentido de que el lugar de su efectividad está cada vez más indeterminado. Se han quebrado los límites entre lo público y lo privado, desatando circuitos de control a través de la "esfera pública íntima". "La producción de subjetividad en la sociedad imperial tiende a no limitarse a ningún lugar específico". Son instituciones fluidas.
El triple imperativo del Imperio.- (Este aparte es todo importante, pag. 130-131). El aparato general de comando imperial consiste actualmente en tres diferentes
momentos: uno inclusivo, otro diferencial y un tercero administrativo. El primer
momento es el rostro magnánimo, liberal, del Imperio. Todos son bienvenidos dentro
de su marco, sin importar la raza, el credo, el color, el género, la orientación sexual,
etc. En su momento inclusionista el Imperio es ciego a las diferencias; es
absolutamente indiferente en su aceptación. Logra la inclusión universal dejando de
lado diferencias que son inflexibles o inmanejables, y con ello puede originar
conflictos sociales. 20 Dejar de lado las diferencias nos exige ver a esas diferencias
como relativas o no esenciales, e imaginar una situación en la cual no dejen de existir
pero podamos ignorarlas. Un velo de ignorancia prepara una aceptación universal.
Cuando el Imperio es ciego a estas diferencias y cuando fuerza a sus constituyentes a
dejarlas de lado, entonces puede existir una cobertura de consenso a lo ancho de todo
el espacio imperial. Dejar de lado las diferencias significa, en efecto, eliminar el
potencial de las diversas subjetividades constituyentes. El resultante espacio público
de poder neutro hace posible el establecimiento y legitimación de una noción
universal de derecho que forma el núcleo del Imperio. La ley de indiferencia neutral
inclusiva es una fundación universal en el sentido que se aplica por igual a todos los
sujetos existentes y que puedan existir bajo el mando imperial. En este primer
momento, entonces, el Imperio es una máquina de integración universal, una boca
abierta con apetito infinito, invitando a todos a entrar pacíficamente a sus dominios.
(Dadme vuestras pobres, hambrientas, oprimidas masas...) El Imperio no fortifica sus
fronteras para empujar a otros afuera, sino que los empuja hacia adentro, a su pacífico
orden, como un poderoso vórtice. Con las fronteras y las diferencias suprimidas o
dejadas de lado, el Imperio es una especie de espacio liso con subjetividades fluyendo
sin conflictos o resistencias sustanciales.
El segundo momento del control imperial, su momento diferencial, involucra la
afirmación de las diferencias aceptadas dentro del reino imperial. Mientras que desde
la perspectiva jurídica las diferencias deben ser dejadas de lado, desde la perspectiva
cultural las diferencias son celebradas. Como estas diferencias son consideradas
ahora culturales y contingentes en lugar de biológicas y esenciales, no son vistas
como incidentes en la banda central de comunalidad o consenso que caracteriza al
mecanismo inclusivo del Imperio. Son diferencias no-conflictivas, la clase de
diferencias que podemos dejar de lado de ser necesario. Por ejemplo, desde el fin de
la guerra fría, las identidades étnicas han sido activamente (re) creadas en los países
socialistas o ex-socialistas con el firme apoyo de los Estados Unidos, la ONU y otros
cuerpos mundiales. Las lenguas locales, los nombre locales tradicionales, las artes,
las manualidades, y demás, son celebradas como componentes importantes de la
transición del socialismo al capitalismo. 21 Estas diferencias son imaginadas como
"culturales"antes que "políticas", bajo la presunción que no llevarán a conflictos
incontrolables sino que actuarán como una fuerza de pacífica identificación regional.
De modo similar, muchas promociones oficiales de multiculturalismo en los Estados
Unidos implican la celebración de diferencias culturales y étnicas tradicionales bajo
el paraguas de la inclusión universal. En general, el Imperio no crea diferencias.
Toma las que están dadas y trabaja con ellas.
El momento diferencial de control imperial debe ser seguido por la administración y
jerarquización de estas diferencias en una economía general de comando. Mientras el
poder colonial buscaba fijar identidades separadas, puras, el Imperio se mueve en
circuitos de movimiento y mezcla. El aparato colonial era una especie de matriz
donde se fundían moldes fijos, definidos, pero la sociedad de control imperial
funciona mediante la modulación, "como un molde auto-deformante que cambia
continuamente, de un instante a otro, o como un tamiz cuyo patrón se modifica de un
lugar a otro". 22 Lo colonial supone una ecuación simple con una única respuesta; lo
imperial se enfrenta a múltiples variables complejas que cambian continuamente y
admiten una variedad, siempre incompleta pero sin embargo efectiva, de soluciones.
En cierto sentido, entonces, lo colonial puede ser considerado más ideológico y lo
imperial más pragmático. Considérese, como ejemplo de estrategia imperial, la
práctica de las fábricas de Nueva Inglaterra y las minas de carbón de los Apalaches
durante los comienzos del siglo veinte. Fábricas y minas dependían del trabajo de
inmigrantes recientes de diversos países europeos, muchos de los cuales traían
consigo tradiciones de intensa militancia obrera. Sin embargo, los patrones no
vacilaron en juntar esta mezcla potencialmente explosiva de trabajadores. De hecho
descubrieron que la cuidadosa administración de grupos de trabajadores de diferentes
orígenes nacionales en cada mina y lugar de trabajo resultaba una poderosa fórmula
de comando. Las diferencias lingüísticas, culturales y étnicas dentro de cada trabajo
eran estabilizadoras pues podían ser utilizadas como armas para combatir a la
organización obrera. El interés de la patronal era que el crisol no disolviera las
identidades, y que cada grupo étnico continuara viviendo en una comunidad separada,
manteniendo sus diferencias.
Una estrategia muy similar puede observarse en las prácticas más recientes de
administración laboral en una plantación bananera de Centroamérica. 23 Las
divisiones étnicas múltiples entre los trabajadores funcionan como un elemento de
control en el proceso laboral. La corporación transnacional atiende con diferentes
métodos y grados de explotación y represión a cada uno de los grupos étnicos de
trabajadores-de variada ascendencia europea y Africana y de diferentes grupos
Amerindios. Los antagonismos y divisiones entre los trabajadores, a lo largo de las
diversas líneas de etnicidad e identificación, demuestran aumentar la ganancia y
facilitar el control. La completa asimilación cultural (en contraste con la integración
jurídica) no es por cierto una prioridad de la estrategia imperial. La reemergencia de
diferencias étnicas y nacionales a fines del siglo veinte, no sólo en Europa, sino
también en África, Asia y las Américas, le ha presentado al Imperio una ecuación aún
más compleja, conteniendo una miríada de variables en constante estado de flujo.
Que esta ecuación no tenga una solución única no es, en verdad, un problema-al
contrario. La contingencia, la movilidad y la flexibilidad son el verdadero poder del
Imperio. La "solución" imperial no será negar o atenuar estas diferencias, sino
afirmarlas y disponerlas en un efectivo aparato de comando.
"Divide y reinarás" no es realmente la fórmula correcta de la estrategia imperial. Con
mayor frecuencia el Imperio no crea divisiones sino que reconoce las diferencias
existentes o potenciales, las celebra y las maneja dentro de una economía general de
comando. El triple imperativo del Imperio es: incorporar, diferenciar, manejar.
De la crisis a la corrupción.- El concepto de la soberanía moderna en crisis; crisis definida por el conflicto continuo; por un lado, el plano de fuerzas inmanentes del deseo y cooperación de la multitud y, por otro lado, la autoridad trascendente que procura contener estas fuerzas e imponer un orden sobre ellas. En contraste, hoy, se puede entender que la soberanía Imperial no está organizada alrededor de un conflicto central sino mediante una red flexible de microconflictos; las contradicciones son elusivas, proliferantes y no localizables: las contradicciones están en todas partes. El concepto que abarca esto es el de omnicrisis y que, además lo caracteriza, la corrupción; el Imperio es decadente y corrupto y no posee cargos en la moral; es una especie de decomposición o de mutación, sin ningún contenido moral. Corrupción como de -degeneración-proceso inverso a la generación, como lo entendía Aristóteles. En otras palabras, "el Imperio se caracteriza por la fluidez de la forma, una marea de formación y deformación, generación y degeneración".
Decir que la soberanía "se define por la corrupción significa, por un lado, que el Imperio es impuro o híbrido y, por otro lado, que el mando imperial funciona dividiendo. (Aquí es exacta la etimología latina: cum-rumpere, con ruptura)". La crisis de la soberanía moderna no era temporaria o excepcional, sino la norma de la modernidad. "Similarmente, la corrupción no es una aberración de la soberanía imperial sino su verdadera esencia y su modus operandi". "El Imperio necesita que todas las relaciones sean accidentales". Ausencia de cualquier ontología. En el vacío ontológico la corrupción se vuelve necesaria, objetiva.
Hemos visto, entonces, el paso de la soberanía moderna a la imperial; del pueblo a la multitud, de la oposición dialéctica al manejo de los híbridos, del lugar de la soberanía moderna al no-lugar del imperio, de la crisis a la corrupción.
Rechazo.- Aquí se menciona el cuento de Herman Melville, Bartleby, el ecribiente, que es lo absoluto del rechazo. "Cuando su patrón le pide que cumpla con sus obligaciones, Bartleby repite calmadamente una y otra vez, 'prefiero no hacerlo'". El rechazo del trabajo Bartleby lo lleva al extremo. "No objeta esta o aquella tarea, no ofrece ninguna razón para su rechazo, simplemente rehúsa pasiva y absolutamente. El comportamiento de Bartleby es incluso conciliador, en parte porque es tan calmo y sereno, pero principalmente porque su rechazo es tan indefinido que se vuelve absoluto. Él, simplemente, prefiere no hacerlo".
Como su rechazo es tan absoluto es por lo que Bartleby aparece completamente vacío, un hombre sin cualidades o, como dirían los filósofos del Renacimiento, homo tantum, mero hombre y nada más. Se aproxima a la humanidad desnuda que eventualmente se desvanece, se evapora en las entrañas de la infame prisión de Manhattan, la tumba.
(Aquí es necesario copiar completos dos párrafos que vienen a continuación, p. 133, Michel K, de la novela de J.M. Coetzee, The life an time of Mchael K). “Michael K, el personaje central de la hermosa novela de J. M. Coetzee The Life and
Times of Michael K, es también una figura de absoluto rechazo. Pero mientras
Bartleby es inmóvil, casi petrificado en su pura pasividad, K está siempre sobre sus
pies, siempre moviéndose. Michael K es un jardinero, un hombre simple, tan simple
que no parece ser de este mundo. En un país ficticio, dividido por la guerra civil, es
continuamente detenido por los alambrados, las barreras y los puestos de control
erigidos por las autoridades, pero, tranquilamente, insiste en rehusarlos, en
permanecer en movimiento. Michael K no se mantiene en movimiento por simple
búsqueda del movimiento perpetuo. Las barreras no sólo bloquean el movimiento,
parecen detener la vida, y por ello las rechaza totalmente a fin de mantener la vida en
acción. Lo que en verdad desea es cultivar calabazas y atender a sus necesitadas
viñas. El rechazo de la autoridad de K es tan absoluto como el de Bartleby, y esa
simplicidad y absolutismo lo sitúa también a él en un nivel de pureza ontológica.
También K se aproxima al nivel de universalidad desnuda:"un alma humana por
arriba y debajo de las clasificaciones", 26 siendo simple homo tantum.
Estos hombre simples y sus rechazos absolutos no pueden sino apelar a nuestro odio a
la autoridad. El rechazo del trabajo y la autoridad, o, en verdad, el rechazo de la
servidumbre voluntaria, es el comienzo de la política liberadora. Hace mucho,
Étienne de La Boétie predicó de este modo una política de rechazo: "Resuelve no
servir más, y ya serás libre. No te pido que levantes tus manos contra el tirano para
derribarlo, sino que ya no lo sostengas más, y entonces lo verás, como a un gran
Coloso cuyo pedestal se le ha retirado, caer por su propio peso y destrozarse en
pedazos". 27 La Boétie reconoció el poder político del rechazo, el poder de
sustraernos a nosotros mismos del poder soberano que rige sobre nosotros. Bartleby y
Michael K continúan la política de rechazo de la servidumbre voluntaria de La
Boétie, conduciéndola hasta el absoluto.
Este rechazo es ciertamente el inicio de una política liberadora, pero es sólo un
comienzo. El rechazo en sí está vacío. Bartleby y Michael K podrán ser bellas almas,
pero su ser de absoluta pureza pende del borde del abismo. Sus líneas de fuga de la
autoridad son completamente solitarias, y marchan continuamente al filo del suicidio.
También en términos políticos el rechazo en sí (del trabajo, la autoridad y la
servidumbre voluntaria) conducen sólo a una especie de suicidio social. Como dice
Spinoza, si sólo cortamos la cabeza tiránica del cuerpo social, nos quedaremos con el
cuerpo deforme de la sociedad. Lo que necesitamos es crear otro cuerpo social, lo
cual es un proyecto que va mucho más allá del rechazo. Nuestras líneas de fuga,
nuestros éxodos deben ser constituyentes y crear una alternativa real. Más allá del
simple rechazo, o como parte de dicho rechazo, necesitamos también construir un
nuevo modo de vida y, por sobre todo, una nueva comunidad. Este proyecto nos
conduce no hacia la vida desnuda del homo tantum, sino hacia el homohomo, la
humanidad al cuadrado, enriquecida por la inteligencia colectiva y el amor de la
comunidad”.
Contra-Imperio
Aquí, de lo que se trata, es cómo ofrecer resistencia, cómo fundar otro tipo de producción, cómo contrarrestar la fuerza del Imperio con prácticas concretas.
¡Un gran sindicato!- Todo tiene que ser global. "Cualquier propuesta sobre una comunidad particular aislada, definida en términos raciales, religiosos o regionales, 'desconectada' del Imperio, protegida de sus poderes por fronteras fijas están destinadas a terminar en alguna clase de ghetto. El Imperio no puede ser resistido por un proyecto que apunte a una autonomía limitada y local". Deleuze y Guattari sostienen que en lugar de resistir a la globalización del capital, debemos acelerar ese proceso. ¿Pero cuál es?, se preguntan, "¿el camino revolucionario? ¿Hay alguno? ¿Retirarse del mercado mundial...? ¿O tal vez ir en dirección contraria? ¿Avanzar hacia adelante, es decir, en el sentido del mercado, de la decodificación y deterritorialización" (en Anti-Edipo). Al Imperio sólo se le puede responder efectivamente en su propio nivel de generalidad y empujando los procesos que presenta, más allá de sus actuales limitaciones". Aprender a pensar globalmente, igualmente actuar globalmente.
Se crea un peregrinaje inmanente, no trascendente, se crea una nueva sociedad en la caparazón de la antigua, sin establecer estructuras de mando fijo ni estables; no deja estructuras de respuestas perdurables. Habla en todos los idiomas. Hay movilidad organizacional e hibrides étnico lingüística. Ausencia de centro; peregrinación flexible e impredecible.
El no-lugar de la explotación.- (Todo el apartado es importante, pgs. 137-139).
“Antes de tratar esta problemática, permítasenos una breve digresión. Mencionamos
antes que el método teórico de Marx, de acuerdo con la tradición de las críticas
modernas de la modernidad, se sitúa dentro de la dialéctica entre el interior y el
exterior. Las luchas proletarias constituyen-en términos ontológicos reales-el motor
del desarrollo capitalista. Obligan al capital a niveles cada vez mayores de tecnología,
transformando así los procesos laborales. 3 Las luchas fuerzan continuamente al
capital a transformar las relaciones de producción y las relaciones de dominación.
Desde la manufactura a la producción en gran escala, desde el capital financiero hasta
la reestructuración transnacional y la globalización del mercado, son siempre las
iniciativas de la fuerza de trabajo organizada las que determinan la figura del
desarrollo capitalista. En esta historia, el lugar de la explotación está determinado
dialécticamente. La fuerza de trabajo es el elemento más interno, la fuente real del
capital. Sin embargo, al mismo tiempo, la fuerza de trabajo representa el lado exterior
del capital, es decir, el lugar donde el proletariado reconoce su propio valor de uso, su
propia autonomía, y donde cimenta su esperanza de liberación. El rechazo de la
explotación-o en verdad, resistencia, sabotaje, insubordinación, rebelión y
revolución-constituye la fuerza motora de la realidad que vivimos, y, al mismo
tiempo, su oposición viviente. En el pensamiento de Marx, la relación entre el interior
y el exterior del desarrollo capitalista está determinada completamente por el punto
de vista del proletariado, tanto dentro como fuera del capital. Esta configuración
espacial ha conducido a numerosas posturas políticas basadas en el sueño de afirmar
el lugar del valor de uso, puro y separado del valor de cambio y las relaciones
capitalistas.
En el mundo contemporáneo esta configuración espacial ha cambiado. Por un lado,
las relaciones de explotación capitalista se están expandiendo a todas partes, no
limitándose a la fábrica sino tendiendo a ocupar todo el terreno social. Por otro lado,
las relaciones sociales invisten completamente a las relaciones de producción,
volviendo imposible toda externalidad entre producción social y producción
económica. La dialéctica entre fuerzas productivas y el sistema de dominación ya no
tiene un lugar determinado. Las cualidades reales de la fuerza de trabajo (diferencia,
medida y determinación) ya no pueden ser alcanzadas, y similarmente, la explotación
ya no puede ser localizada y cuantificada. En efecto, el objeto de la explotación y
dominación tiende a dejar de ser las actividades productivas específicas, para pasar a
ser la capacidad universal de producir, es decir, la actividad social abstracta y su
poder comprensivo. Este trabajo abstracto es una actividad sin lugar, y por ello muy
poderosa. Es el equipo cooperativo de cerebros y manos, mentes y cuerpos; es tanto
la no-pertenencia y la difusión social creativa del trabajo viviente; es el deseo y el
esfuerzo de la multitud de trabajadores móviles y flexibles; y al mismo tiempo es
energía intelectual y construcción comunicativa y lingüística de la multitud de
trabajadores intelectuales y afectivos. 4
Ya no hay lugar donde hallar a un interior definido por el valor de uso y un exterior
definido por el valor de cambio, y, por lo tanto, es ahora definitivamente inconcebible
cualquier política del valor de uso, basada en una ilusión de separación. Esto no
significa, sin embargo, que hayan desaparecido la producción y la explotación.
Tampoco han llegado a su fin las innovaciones y desarrollos ni la reestructuración
continua de las relaciones de poder. Por el contrario, hoy más que nunca, mientras las
fuerzas productivas tienden a ser completamente de-localizadas, producen no sólo
mercancías sino también ricas y poderosas relaciones sociales. Sin embargo, estas
nuevas fuerzas productivas no tienen un lugar, porque ocupan todos los lugares, y
producen y son explotadas en este no-lugar indefinido. La universalidad de la
creatividad humana, la síntesis de la libertad, el deseo y el trabajo viviente es lo que
tiene lugar en el no-lugar de las relaciones de producción posmodernas. El Imperio es
el no-lugar de la producción mundial donde es explotado el trabajo. En contraste, y
sin homología posible con el Imperio, aquí encontramos otra vez a la formalidad
revolucionaria del republicanismo moderno. Es aún una formalidad puesto que no
posee lugar, pero una potente formalidad ahora que es reconocida no como abstraída
de los sujetos individuales y colectivos sino como la fuerza general que constituye
sus cuerpos y sus mentes. El no-lugar posee cerebro, corazón, torso y miembros,
globalmente”.
Ser-en-contra: Nomadismo, deserción; éxodo.- Cómo rebelarse, cómo estar en contra. El significado de ser republicano en un mundo donde ya no se da esa dialéctica entre interior y exterior. La desobediencia a la autoridad como acto natural. Pero esto no es tan obvio. "Una larga tradición de cientistas políticos ha dicho que el problema no es porqué se rebela la gente sino porqué no lo hacen. O, en palabras de Deleuze y Guattari, 'el problema fundamental de la filosofía política es aún, precisamente, aquel que vio con tanta claridad Spinoza (y redescubrió Wilhelm Reich): '¿Porqué tan tercamente los hombres aceptan su servidumbre, como si fuese su salvación?' ". Determinar primero el enemigo al cual rebelarse, contra el cual rebelarse. Cuando no se sabe cuál es el enemigo es precisamente lo que no nos lleva a la voluntad de resistencia. Dónde ubicar la producción de opresión.
Ahora, el comando ejerce control policivo a través de redes comunicativas. Así es como la explotación y la dominación constituye un no-lugar general en el terreno imperial. Es una explotación amorfa. "Si ya no queda lugar que se pueda reconocer como exterior, debemos estar en contra en cada lugar". Reconocer a la soberanía imperial como el enemigo.
El principio republicano: deserción, éxodo, nomadismo. En la era disciplinaria el sabotaje fue el concepto fundamental de resistencia; en la era del control imperial puede ser la deserción, una postura oblicua o diagonal.
Hay un espectro que recorre el mundo, es el de las migraciones, la deserción y el éxodo. Es una poderosa forma de lucha de clases en o dentro de la posmodernidad imperial.
Nuevos bárbaros.- De lo que se trata es de introducir una noción positiva de barbarie. Comenzar de nuevo desde el principio. Se sigue aquí la noción de bárbaro de Walter Benjamin. El nuevo bárbaro nada considera permanente y por esto mismo, halla caminos por todos lados. "Donde otros hallan montañas o paredes, él ve, también un pasaje. Pero, por ver caminos por todas partes, debe aclarar las cosas en todas partes... Porque ve caminos en todas partes, siempre se ubica en encrucijadas. En ningún momento sabe qué le deparará el próximo. Todo lo que existe lo reduce a escombros, no por los escombros en sí sino en interés del camino por el que va" (W. Benjamín). Los nuevos bárbaros destruyen con violencia positiva.
Tiene que ver con el cuerpo, las mutaciones, las hibridaciones. Las mutaciones estéticas del cuerpo, como tatuajes, perforaciones, la moda Punk. "La voluntad de oponerse necesita realmente un cuerpo incapaz de adaptarse o someterse al comando": a la vida familiar, a la disciplina fabril, a las regulaciones de una vida sexual tradicional, etc.
Son transformaciones débiles y ambiguas en el sentido de que se modelan de forma y orden. La misma hibridación es un gesto vacío y el mero rechazo del orden nos deja simplemente en el borde de la nada. Refuerzan el poder en vez de desafiarlo.
(Probablemente hacen falta algunos apartes, tener en cuenta).
3.1. Los límites del imperialismo.
3.4. Posmodernización, o la informatización de la producción.
Informatización.- La modernización ha concluido. En otras palabras, la producción industrial ya no está expandiendo su dominación por sobre otras formas económicas y fenómenos sociales.
La agricultura y la minería = sector primario.
La industria = sector secundario.
Servicio e informatización = terciario.
Hoy los servicios abarcan un amplio rango de actividades, desde el cuidado de la salud, la educación, las finanzas, los transportes, el entretenimiento y la publicidad. En este caso los empleos para la mayor parte son altamente movibles e involucran habilidades flexibles. Más importante aún: se caracterizan en general por el papel central desempeñado por el conocimiento, la información, el afecto y la comunicación. Economía informacional. Estas estrategias corresponden a los países más avanzados, países dominantes; sin embargo la producción industrial ha sido exportada a países subordinados. También se exporta tecnología informacional y computacional a países dominados.
Hoy, todas las actividades económicas tienden a quedar bajo el dominio de la economía informacional y a ser transformadas cualitativamente por ellas.
La sociología del trabajo inmaterial.- Comunicación e información han venido a jugar un papel fundamental en los procesos de producción. Un primer acto es el cambio del trabajo fabril desde el modelo fordista al modo taylorista. El cambio de estructura primaria entre estos dos modelos implica al sistema de comunicación entre producción y el consumo de mercancías, es decir, el pasaje de información entre la fábrica y el mercado. "El mundo fordista construyó una relación relativamente 'muda' entre producción y consumo. La producción masiva de mercancía en la era fordista pudo confiar en una demanda adecuada, y por ello tuvo poca necesidad de 'escuchar' al mercado. Un circuito de retroalimentación desde el consumo hacia la producción posibilitó que los cambios en la ingeniería productiva, pero este circuito de comunicación era restringido (por los canales fijos y compartimentalizados de las estructuras de planificación y diseño) y lento (por la rigidez de las tecnologías y procesos de producción en masa). El taylorismo se basa en una inversión de la estructura fordista de comunicación entre la producción y consumo. Idealmente, según este modelo, la planificación de la producción se comunicará constante e inmediatamente con los mercados. Las fábricas mantendrán en 'stock' cero, y las mercancías serán producidas justo a tiempo, de acuerdo con la demanda actual de los mercados existentes. De este modo el modelo no implica simplemente un circuito de retroalimentación más veloz sino una inversión de la relación porque, al menos en teoría, la decisión de producción ocurre después y como reacción a la decisión del mercado. En los casos más extremos la mercancía no es producida hasta que el consumidor ya la haya elegido y comprado". Hay una rápida comunicación donde la información cumple papel central en la producción. "Podríamos afirmar que la acción instrumental y la acción comunicativa se han entrelazado íntimamente en el proceso industrial informacionalizado"; esta es una noción empobrecida de la comunicación en cuanto mera transmisión de los datos del mercado.
Bien material.- Un servicio, un producto cultural, conocimiento o comunicación. Hoy, se piensa más como computadoras, a medida que las tecnologías de comunicación y su modelo de interacción se vuelven cada vez más centrales en las actividades laborales. Las máquinas interactivas y cibernéticas se convierten en nuevas prótesis integradas a nuestros cuerpos y mentes, y en una lente a través de la cual definimos nuestros propios cuerpos y nuestras propias mentes. "Robert Reich denomina a la clase de trabajo inmaterial implicado en el trabajo de la computadora y la comunicación 'servicios simbólico-analíticos' - tareas que incluyen 'resolución de problemas, identificación de problemas y actividades de corretaje estratégico". Este tipo de trabajo reclama el valor más elevado, y por ello Reich lo identifica como la clave para la competencia en la nueva economía global. Reconoce, sin embargo, que el crecimiento de estos empleos de manipulación simbólica creativa, basados en el conocimiento, implica el crecimiento consiguiente de trabajos de bajo valor y baja calificación, como los de la manipulación de símbolos rutinarios, tales como la carga de datos y procesamiento de textos". Surge otro tipo de trabajo fundamentalmente dentro de la producción.
Con la presente computarización de la producción la heterogeneidad del trabajo concreto tiende a reducirse, el trabajo está cada vez más alejado del objeto de su trabajo. "Por supuesto, las herramientas siempre han abstraído en cierta medida a la fuerza de trabajo, sin embargo, en períodos previos las herramientas solían estar relacionadas de un modo relativamente inflexible con ciertas tareas o ciertos conjuntos de tareas; a diferentes actividades les correspondían diferentes herramientas del sastre, las del tejedor o, luego, una máquina de coser o un telar mecánico. En contraste, la computadora se propone a sí misma como la herramienta universal, o la herramienta central a través de la cual deben pasar todas las actividades." Se avanza hacia el trabajo abstracto. Esto es una cara; hay otra, la del trabajo inmaterial, es el trabajo afectivo de la interacción y del contacto humano. Los servicios de salud, por ejemplo, descansan centralmente sobre el trabajo afectivo y de cuidado; y la industria del entretenimiento, enfocada también en la creación y manipulación del afecto. "Este trabajo es inmaterial, aún cuando sea corporal y afectivo, en cuanto que su producto es intangible, un sentimiento de comodidad, bienestar, satisfacción, excitación y pasión. Categorías tales como 'servicios personales' o servicios de proximidad son utilizados a menudo para identificar esta clase de trabajos, pero lo realmente esencial para ellos es la creación y manipulación de afectos". Contacto humano que puede ser real o virtual, como en la industria del entretenimiento.
Este trabajo afectivo se extiende más allá del modelo de comunicación e inteligencia definido por la computadora. Los trabajos de cuidado están inmersos en lo corporal, lo somático, pero los efectos que produce el trabajo afectivo son redes sociales, formas de comunidad, biopoder. Complejidad de interacción humana que la abstrae de la acción meramente instrumental.
"En resumen, podemos distinguir tres tipos de trabajo inmaterial que conduce al sector de servicios al tope de la economía informacional. El primero está implicado en una producción industrial que se ha informacionalizado e incorporado tecnologías de comunicación de modo tal que transforma el propio proceso de producción (...) El segundo es el trabajo inmaterial de las tareas analíticas y simbólicas, el que se subdivide en manipulaciones inteligentes y creativas por un lado y tareas simbólicas rutinarias por otro lado. Finalmente el tercer tipo de trabajo inmaterial implica la producción y manipulación de afectos, requieren contacto humano (virtual o real), trabajo en modo corporal.
Los tres son cooperantes. El trabajo inmaterial involucra cooperación e interacción social. No es impuesto por organizaciones desde afuera, como lo era en las formas previas de trabajo, sino que la cooperación es completamente inmanente a la propia actividad laboral. Las mentes y los cuerpos aún necesitan de otros para producir valor. Cooperación interactiva a través de redes lingüísticas, comunicacionales y afectivas.
Producción en red.- La primera consecuencia geográfica del pasaje de una economía industrial a otra informacional es una dramática descentralización de la producción. En el proceso de modernización hubo masivas migraciones de fuerzas de trabajo hacia centros que se volvieron ciudades fabriles. La eficiencia se dio a partir de concentraciones y proximidad de los elementos. La informatización de la industria y la emergente dominación de la producción de servicios han vuelto innecesario dicha concentración de la producción. Se ha posibilitado una desterritorialización de la producción que ha dispersado efectivamente a las fábricas de masas y evacuado las ciudades factoría. La comunicación y el control pueden ser ejercidos eficientemente a la distancia, en algunos casos los productos inmateriales pueden transportarse por todo el mundo con mínimo costo y demora. La producción se organiza ahora en redes horizontales de empresas. Las redes tienden a reducir las distancias y volver inmediatas las transacciones. Los sitios de producción y de consumo se presentarán entonces simultáneamente, sin importar las localizaciones geográficas.
Poblaciones laborales completas, que habían disfrutado de cierta estabilidad y fuerza contractual, se han encontrado en situaciones de empleo crecientemente precarias. La posición negociadora de los trabajadores se ha debilitado, esto ha permitido que la producción en red pueda introducir diversas formas de trabajo no garantizado: el cuenta tropismo, el trabajo domiciliario, el trabajo partime y el trabajo a destajo. Hay un control mucho más centralizado.
Autopista informática.- Como ningún punto de la red es necesario para la comunicación entre otros, es dificultoso regular o prohibir su comunicación. No hay un centro. Este modelo es el que Deleuze y Guattari llaman un rizoma, una estructura en red, no-jerárquica, no-centralizada. El modelo oligopólico de red se caracteriza por sistemas de difusión. Según este modelo, por ejemplo en los sistemas de radio y televisión, hay un único y relativamente fijo punto de emisión, pero los puntos de recepción son potencialmente infinitos y territorialmente indefinidos. Sin embargo este modelo oligopólico no es un rizoma sino una estructura de árbol que subordina todas las ramas a la raíz central. Las redes de la nueva infraestructura de información son un híbrido de estos dos modelos, el rizomático y la estructura arbórea.
Comunes.- Lo público se ha ido disolviendo para ser privatizado. ¿Cuál es la noción operativa de lo común en la posmodernidad? Hoy se participa de una comunalidad mucho más radical. “El hecho es que participamos de un mundo productivo hecho de redes sociales y comunicacionales, servicios interactivos y lenguajes comunes (…) Producimos crecientemente medios que construyen cooperación y comunalidades comunicativas”
“El propio concepto de propiedad privada, entendido como el derecho exclusivo de usar un bien y disponer de toda riqueza derivada de su posesión, se vuelve crecientemente sin sentido en esta nueva situación…; es la comunidad la que produce y la que, mientras produce es producida y redefinida”.
Lo común es la encarnación, la producción y la liberación de la multitud. La construcción de conceptos significa hacer existir en la realidad un proyecto que es comunidad. No hay otro modo de construir conceptos más que trabajar de modo común.
Fin.
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